que he cumplido todos mis sueños.
(Hasta los más secos)
Por cada uno de ellos un tributo de sangre
el peso invisible de una hipoteca abierta en canal
en el centro del pecho.
Jamás estuvimos en algún sitio al que podamos volver.
Te imploré tu mundo y me concediste una esquinita
en la que he erigido un altar fetichista
como un evangelista heroinomano y suicida
que se acogiera a sagrado en el templo incierto de tu coño.
Hoy han contado en la televisión
que el hombre que pudo reinar se ha cortado las venas
con su corona oxidada de papel cuché.
Mientras compruebo que mi lengua se ha convertido en Marte
infestada de cien mil cráteres que horadaron
las esquirlas incisivamente prodigiosas de tus pezones.
Ahora mismo soy un monje asceta y fervoroso
anhelando penetrar tu gloria de mesías impúdica de lucero.
Ahora mismo tan solo venero cada parábola
que construyes con la implosión descomunal
de la poética de tus jadeos.