Febrero. Me gusta pero me asusta

Por Andrea Alanís @andrealanis

De hace dos años y del porqué me gusta y no me gusta febrero

Hace dos años mi vida realmente cambió, supongo que la parte romántica la dejo en que mi vida tal y como la conocía cambió cuando me subí a un avión rumbo a Madrid pero en realidad cambió ya estando ahí y sucedió un 12 de febrero de 2012 en punto de las cinco de la mañana.

A dos años de aquel suceso han pasado muchas cosas. Cosas a las que me gusta llamarle casualidades de la vida, una vorágine de sucesos que fueron hilvanándose hasta hacer lo que soy hoy. ¿Y qué soy? Una chica que al igual que tú, se guía por instinto, a la que le gusta soñar, volar, y que sigue sin entender la crueldad de la gente, una chica que actúa por convicción y que con cierta inocencia hace las cosas a veces sin pensar porque confía ciegamente en la bondad de la gente.

Una chica que descubrió el amor y el odio en las peores circunstancias. 

Se dice mucho que el pasado, pasado es, que lo que importa es el hoy porque ni siquiera el futuro. Y yo hoy, sigo apachurrando mi corazón para no llorar en estas fechas.

No me lo tomes a mal, sabes que me encanta el final de esta historia pero el relato, el relato sigue siendo doloroso, y el 12, 13, 14 y 15 de febrero aún me dan miedo.

No pienso en esto el resto del año pero llega febrero y mientras el mundo se prepara para comprar, dar, regalar y buscar amor yo sólo espero que los días avancen sin ningún percance, que pueda despertar como siempre; sonriendo y escuchando los pajaritos que desde las 5 A.M. cantan en mi ventana. Que no tenga que coger un taxi para irnos al doctor y esperar sola en una fría sala de hospital, sin rumbo, sin esperanzas, sin ti.

No ha pasado tanto tiempo y quizá esa sea mi chaqueta mental para darme permiso de sentirme melancólica y un tanto abrumada este mes.

Me queda claro que las cosas suceden cuando tienen que suceder sin importar qué, o como decía mi abuela cuando te toca aunque te quites. Y aprendí, a la mala, que es mejor fluir y sé que sin ciertas cosas hoy no estaríamos aquí y que hemos cambiado (muchísimo) para bien desde esa helada madrugada en Madrid. Pero febrero, a ratos no me encantas; te robaste mi primer día del amor, mi primer verdadero enfado, mi primer año sabático y esa primera impresión; aquella de las que no se olvidan.

Para recibir amor hay que dar amor y esta regla aplica para todo lo que hace uno en la vida. Y sé que sin esa parafernalia cursi, aquel 14 de febrero de 2012 tu y yo nos regalamos amor. Silencioso quizá pero amor punto.

¡Feliz día del amor!