Felices sueños

Publicado el 19 febrero 2014 por Oscar @olavid25

Ya tenía yo ganas de subir una foto de un gato al blog. (Foto: Pedro Dias)

Emperrarse: obstinarse; no ceder. El  verbo viene que ni pintado para referirnos  a la actitud de los corresponsales extranjeros en España cuando sacan a relucir el vicio de la siesta. Dale al tópico, es el lema de estos profesionales (no todos, supongo, muchos sí, que lo he visto) cuando responden al encargo de fotografiar en unos párrafos esa España que no arranca, que no sale de la crisis, ese país de esparto, burros cargados de leña, alcantarillado deficiente  y mujeres cubiertas por pañuelos negros. Los periodistas destacados un poco al norte de Sierra Morena giran sobre sí mismos para acabar concluyendo que dormimos la siesta, nos acostamos tarde y así no se levanta una economía maltrecha como la nuestra.

Bien por el New York Times con su último artículo sobre la manía de tumbarse de la vaga España firmado por un Pulitzer, Jim Yardley. Me recuerda a esas películas que confunden México con Andalucía, el norte de Argelia con Toledo y Salamanca con Hammamet. ¡Qué más da! Aplaudo las iniciativas destinadas a racionalizar los horarios, a conciliar la vida laboral y a mejorar la productividad. Tengo la impresión de que la batalla está perdida y el virus anglosajón del trabajo, el sentimiento de pecado en el disfrute tan propio del norte luterano ya ha tomado nuestras vidas. Pero que no insistan con el reproche de una siesta que la mayoría del país desconoce, que tiene sentido en otros muchos lugares y que no pasa de una cabezada de cinco minutos casi siempre.

Más valdría reflexionar sobre qué modelo de vida nos propusieron cuando en pleno boom del ladrillo lo chic era vivir a 70 kilómetros del centro de trabajo, a un par de horas de atasco de ida y otras tantas de vuelta, subido en un coche propiedad de una caja de ahorros, rumiando la idea de ver a los niños, aunque sea en la cama, un día más al volver a casa. Luego, la crisis se llevo el adosado, el monovolumen y hasta el puesto de trabajo. A dormir, felices sueños.