La dirección de Don Weis - sin el propósito innovador, ambicioso, perfeccionista que eleva al infinito a la eterna "Singin´ in the rain" - las coreografías, las canciones y el feeling de esa pareja formada por Donald O´Connor (¿existió realmente? quiero decir ¿comía, respiraba y dormía como nosotros? nunca lo he tenido muy claro) y Debbie Reynolds y hasta su esquema narrativo efectivamente ya los habíamos soñado alguna vez antes de contemplar sus burbujeantes imágenes.
No hay asomo de parodia en el tratamiento del personaje de Donald O´Connor, del que de otra manera muchos espectadores abiertamente se reirían y lo percibirían como si fuese un freak, un perdedor.Y eso es un auténtico bálsamo al que se puede y se debe acudir hoy día frente a la plaga de comedias teens con pretensiones que nos invaden.