Felicidades.

Por Negrevernis
Fue un amor de adolescencia tardía y ojos negros. Paseos, nostalgias. Horas olvidadas en recrear imágenes que alimentaban el próximo reencuentro -siempre, mi destino: con una estación de tren de fondo. Él se sorprendió en silencio al otro lado de la línea cuando supo de la existencia de Niña Pequeña y de mi marido.
Hoy le felicitaba yo a él por su futura boda de primaveras. Enhorabuena, Fran; enhorabuena, ella.