Felipe Benítez Reyes: "El azar y viceversa"

Publicado el 28 febrero 2017 por Juancarlos53
"De todas formas, no espere usted una sorpresa al respecto, ya que esas cosas son más propias de las novelas que de las autobiografías: me fui de Cádiz sin saber para qué me había llevado mi jefe a Cádiz"; "¿A usted le gusta el suspense? A mí no."Es evidente que "El azar y viceversa" no es una novela al uso. Parece más una relación, una crónica de vida, un cuadro costumbrista moderno. En el propio relato se niega su condición de novela al no existir sorpresa alguna.  Sí, es cierto, estamos ante un relato en el que no hay grandes sobresaltos,  el suspense es prácticamente inexistente y enlas peripecias vividas por el personaje narrador resuena la tradición picaresca de la literatura española. Si a esto añadimos que los sucesos acaecen en Andalucía, más específicamente en localidades gaditanas incluida la mismísima Cádiz y también en Sevilla, para qué queremos más: el Siglo de Oro con su barroquismo andaluz permea toda la crónica vital del protagonista, Antonio Escribano Rangel, contada por él mismo.
Este Antonio estructura la narración de su vida en tres tramos: 1) Infancia y adolescencia en Rota, ciudad en la que nace y donde atiende por Antoñito; 2) Juventud, de estudiante y buscavidas en Cádiz acompañando a Fiti, un prototipo de señorito andaluz. En este segundo tramo atenderá por Ranyer; y 3) en Sevilla con el Tunecino, auténtico Monipodio que utiliza una red de tiendas de antigüedades para enmascarar negocios opacos. Aquí decide utilizar su segundo nombre, Jesús, pero cuando descubra el amor verdadero con Inma ella le llamará Toni, volviendo a su auténtico ser del que desde el primer tramo de existencia quiso escapar.

¿Ante qué estamos?

La novela, vista con perspectiva, es un relato itinerante al estilo de "El Quijote" o "El Lazarillo de Tormes". Así como el caballero andante va topando con aventuras y Lázaro con problemas y estrecheces que le hacen aguzar el ingenio y buscar cobijo bajo distintos amos, Antoñito, Ranyer o Jesús, da salida a sus penurias económicas con oficios variados, a veces muy breves (con un zapatero, un erudito local, un pintor aficionado, un poeta vanguardista, en un bar, en una funeraria...) y otras veces más duraderos (con Fiti, con el Tunecino...) que sirven al autor para presentar un cuadro costumbrista de la Andalucía actual. Muchos de estos personajes con los que trabaja o las mujeres con las que se relaciona no tienen entre sí ninguna relación y entran en el relato general por el clásico medio de las sartasunidas al cuerpo central de la novela con conectores que recurren a latiguillosen mi opinión muy repetitivos: "según le contaré más adelante", "Y en una ilusión terrible y oscura, por cierto, me vi envuelto una vez, según paso a contarle.", etc.

➤ La novela es una auténtica novela picaresca actual que bebe y actualiza muchas de las características clásicas del género: 

  • personaje servidor de muchos amos; 
  • novela itinerante; 
  • el tono debe mucho al Lazarillo: "Cuando murió mi padre, en nuestra casa entró por la puerta grande la melancolía y por la puerta falsa la necesidad, ya que el puesto del mercado, al estar gestionado con poca diligencia, daba para lo justo, mientras que la pensión de viudedad era poco más que calderilla. Mi abuelo paterno nos pasaba algún dinero, aunque se tardaba más en contarlo, siendo poco, que en gastarlo." (p- 10)
  • El usted desconocido a quien envía el escrito (crónica, informe, autobiografía,...);
  •  El uso de la primera persona, 
  • La menesterosidad de personaje protagonista...  
  • El auténtico 'patio de Monipodio' que es el negocio de antigüedades montado por el Tunecino 
  • Antonio Escribano Rangel se da ínfulas de descendiente, por parte de madre, de ramas familiares nobles: los Riquelme, los Rangel..., cuál si fuesen unos fijosdalgo cualquiera; 
➤ Estamos ante una novela muy generacional en la que hay muchos elementos costumbristas con los que muchos lectorers -a mí así me ha sucedido- se sienten identificados: la mi!i, las chicas, el ansia de sexo, las lecturas y el ansia de ellas, el alcohol. el hachís,... Efectivamente en esta narración hay mucho costumbrismo: las discotecas, el cine para los avances carnales, las casas con sus mesas de formica, sus olores: "De las ventanas salía ese olor a calcetín hervido que tienen los guisos de los pobres. La música triste y silenciosa de la vida, digamos", (pág 241). Incluso un costumbrismo poético final de los 70 como cuando presenta la tertulia poética del café: ,"Para finalizar el acto, Fernández Palacios recitó un poema de espaldas al público y con la boca tapada, con la intención, según dijo, de que el silencio se impusiera a la banalidad intrínseca del lenguaje." (pág 239)
 Toda una galería de personajes-arquetipo vienen a confirmar este costumbrismo: Zamarrita, el pintor autodidacta de la localidad; el zapatero, el profesor de instituto que es tenido por eminencia en la localidad, el relojero jubilado Aníbal Bonilla, etc.
Metaliteratura y Narratología
El narrador, personaje protagonista, pues, es un ser que se va mostrando en el discurrir de la vida. Así como la vida no tiene vuelta atrás su narración tampoco y es presentada de forma lineal. El protagonista nos cuenta su vida en primera persona dirigiéndose a un destinatario al que trata con respeto y al que evidentemente conoce. Saber quién sea este receptor del relato es uno de los escasos misterios que el mismo contiene. El narrador en un momento dado le dice al destinatario de su confesión de vida que va a utilizar la 3ª persona porque es la que da empaque y dignidad a un escrito. Pero al poco vuelve a la primera aduciendo lo siguiente: "… Y aquí vuelvo a la narración en primera persona, a pesar de que los acontecimientos que siguen se aligerarían mucho desde la perspectiva simulada de la omnisciencia, que para eso está. Pero el caso es que ya me he hartado de la omnisciencia y de escribir de mí mismo como si fuese el personaje de una novela de kiosco, que es a lo que venía derivando mi relato omnisciente.". Esta reflexión metaliteraria sucede hacia la mitad del segundo tramo, poco después de haberlo anunciado diciendo que " Sea como sea, y llegados a este punto, creo que se impone la narración en tercera persona. La aparición, en suma, de un narrador de los llamados omniscientes. De modo que, si no tiene usted inconveniente en seguirme en el experimento, allá voy, en una especie de viaje astral…". Ambas cavilaciones metaliterarias y/o narratológicas proferidas en voz alta por este Ranyer, nos hacen pensar evidentemente en el propio novelista quien introduce aquí un rasgo de humor metaliterario: Cuando Ranyer da como motivo para dejar la 3ª persona narrativa que no quiere parecer un personaje de novela de kiosko, mi pensamiento se ha ido hacia algunos de nuestros geniales autores de novelas de kiosko (Marcial Lafuente Estefanía, Silver Kane o Lou Carrigan, por ejemplo[de la literatura de kiosko en España hay reseña en este blog que se puede leeraquí]) entre cuyos cientos de títulos e historias han correteado no pocos rangers, fonéticamente 'ranyer',  (vigilantes de una frontera o un territorio). No, es evidente, esto que estamos leyendo no es para nada una novelita de ese tipo. 
En esta línea de la reflexión metaliteraria es interesante la alusión crítica en tono de humor que el personaje, aficionado a la creación y estudio poéticos, hace a los nombres extraños de las figuras retóricas que está estudiando en la gaditana Facultad de Letras: ”Sólo se me encasquillaban las figuras retóricas, por parecerme que tenían precisamente muy mala retórica, con esos nombres, además, como de materia entre ocultista y farmacológoca, cuando no de enfermedad venérea: la anacefalcosis, la endíais, el polipote, la isotopía… Me ponía a desentrañarlas y acababa al rato en el Carnaby tomándome un par de cervezas para que se me pasara el mareo” (p-175). Con todo y con eso, muchas veces estas figuras son usadas por el novelista en el relato.

Los asuntos

 • La falsedad quizás sea el tema  principal de la obra leída. La impostura, la apariencia, es para el protagonista fundamental para poder sobrevivir. Ya lo aprendió con su madre viuda que frecuentaba en Rota los locales donde los marines norteamericanos gastaban sus dineros y aplacaban sus instintos; luego lo vivió en carne propia con su padrastro Fantomas, que hacía honor a su apodo; también con Laffiti (Fiti) quien le pide a Antoñito que se ponga un apodo porque «Si no tienes un alias, siempre te faltará algo. Un alias es la expansión falsa del yo, que es otra falsedad» y que intercambie con él la identidad. 
En Andalucía, parece en esta novela, la falsedad es esencial para sobrevivir hoy a través del trapicheo, de los pequeños robos y tal. La propia vida de los roteños cuya economía gira en torno a los americanos de la base incurre en artificio y verdad engañosa pues nada tiene que ver esa opulencia con la realidad del resto del país. 
 • El sexo es también asunto importante en el relato. Es un motor fundamental en la vida de jóvenes y adolescentes como el personaje central, que vive en perpetua ansia del mismo ("Nuestro propósito era divertirnos, que a nuestra edad era un eufemismo del verbo «follar». Follar tenía mucho prestigio por entonces: un verbo mítico. No importaba con quién follases: lo importante era follar. No era imprescindible follar a lo grande, sino follar un poco. Follar un poco era follar a lo grande. Gordas o flacas, rubias o morenas. Follar, en fin. Cupido, Palomo y yo íbamos a los carnavales principalmente a follar. «A ver si follamos», y estábamos convencidos de que sí. Pensar en follar era ya casi follar.). Pero, además, en la zona donde se sitúa la acción este sexo tiene manifestaciones propias: el Fiti, un depredador sexual y un señorito andaluz; la afición a los niños o a los efebos (pederastia: el padre Piñero, el Tunecino...); el dinero siempre rodeándolo: la madre de Antoñito, la taberna de Jacinto el Séneca siempre con películas porno en pantalla, etc. 

El estilo

➤ Estilísticamente en la novela hay mucho lirismo, muchos fogonazos líricos que revelan el poeta que es el autor es ("el alcohol me algodonaba las percepciones" en 355 o "En el taller, todo estaba recubierto por una pátina de yeso albayalde y errabundo: un ámbito de blancura, como si allí vivieran ángeles en fase de consumación, y al anochecer temprano de los inviernos, cuando apagábamos las luces para echar el cierre, a la sola luz que filtraba una farola desde la calle, aquello parecía un reducto de luna con estatuas, con su textura de amanecer artificial" en 27). También se percibe un uso muy cuidado del vocabulario: el personaje busca la propiedad lingüística y para ello constantemente consulta el diccionario de Covarrubias, auténtico tesoro que por nada del mundo entregará a nadie.  A veces topamos con neologismos muy curiosos que pretenden humorísticamenbte parodiar géneros literarios antiguos  ("cucarafaina del califa Curicundán o de la fanfoloria del faraón Fanfalirón III", por ejemplo).
➤ Disolución intencionada de los límites realidad-ficcion: toda la novela es una biografía, crónica o informe de vida dado por Antoñito a un usted. Hay muchos nombres reales (Fernando Quiñones, Humberto Robles...) pero falseando un tanto la cronología vital de cada uno. De hecho el mismo protagonista podría ser -y a mi me lo ha parecido- remedo del propio escritor a pesar de ese corrimiento de fechas (Benítez Reyes nace en 1960, mientras que Antonio Escribano es de 1958) 
➤ La música es elemento importante: hay en la novela toda una línea musical que sirve para identificar los distintos momentos temporales.  
➤ Mucho humor envuelve todo el escrito. Ejemplos ya se han podido ver en algunas de las citas anteriores; hay momentos en que el andalucismo del novelista se percibe en las gracietas que suelta: "En el sorteo de destinos, me había tocado servir, con el arma de infantería, en un cuartel de Huelva, que es una ciudad que está muy bien para la gente de Huelva, aunque un poco menos para los demás.", 
Final
Una novela impregnada de literatura por todas partes: la picaresca, los clásicos españoles: el barroquismo de Góngora (el adjetivo ,'caliginosa' y el barroquismo en que incurre a veces el texto me lo ha evocado), el humor de un Quevedo ("dicha viuda, que se llamaba Hortensia, pero que exigía ser llamada Horti, supongo que para quitarse años mediante el procedimiento de quitarse letras, aunque su edad daba para varias sílabas adicionales."), la prosa lírica y la novela confesional de un Francisco Umbral, el Julio Verne más romántico de sus novelas "El rayo verde" y "El faro del fin del mundo" ("Me puse a pensar en mi padre, a imaginar que hablaba con él de las mareas y del esquivo rayo verde, que nunca alcanzamos a ver, aunque nos engañásemos alguna que otra tarde con la ilusión de haber visto una levísima fulguración verdosa en la línea del horizonte."), se cita a Herbert Marcuse, Henry Miller, hay referencias a Marcel Proust al aludir a 'la nostalgia que emana del tiempo perdido'... En fin, una inmensidad de literatura en esta novela que lo es sin serlo del todo.