Desde que el presidente Rajoy nos comunicó la decisión de abdicar la Corona por parte de nuestro admirado rey Juan Carlos I los acontecimientos se han desarrollado con gran rapidez en cumplimiento de las previsiones constitucionales. Ayer, el monarca sancionó con su firma y rúbrica la última ley que confirmaba su abdicación. Son momentos de despedidas y emociones contenidas. Han sido casi 39 años de servicio a España y a los españoles que han tenido, como toda obra humana, luces y sombras. Bajo su reinado, hemos vivido una gran transformación social. Esta mañana, ante las Cortes Generales, Felipe VI ha prestado juramento y se ha producido el relevo en la Corona. En estos tiempos de turbulencias, comenzado un nuevo siglo, la Monarquía necesita un gran impulso protagonizado por una nueva generación que pueda venir con nuevas ideas que den respuesta a nuevas inquietudes y problemas de una sociedad en constante transformación. Sus primeras palabras como rey han confirmado que bien merece nuestra confianza. Es consciente de las responsabilidades que adquiere y de que deberá ganarse poco a poco, en la tarea de cada día, el aprecio de unos españoles que tienen inquietudes y esperanzas que la Corona no puede ignorar. No es suficiente con cumplir y hacer cumplir unas previsiones constitucionales, que a veces son palabras huecas y vacías de contenido. Hay que estar con el pueblo y acompañarlo en las alegrías y también en los momentos duros que los vaivenes de la vida nos pueden traer. España necesita tener un protagonismo en el concierto internacional y la Corona puede realizar una gran labor con su impulso y apoyo. Somos un gran pueblo capaz de realizar grandes hazañas y también no pocas villanías como la Historia nos enseña. En ocasiones nos han fallado unos dirigentes incapaces que no quisieron o no supieron poner al pueblo por encima de sus mezquinos intereses. Escribo desde Navarra, reino milenario, que varias veces ha visitado nuestro nuevo rey como Príncipe de Viana y que bien conoce. Espero que algún día, Doña Leonor pueda llevar el título de Princesa de Viana que distinguía tradicionalmente a los herederos de la Corona de Navarra. Quisiera Majestad, ya como Rey, recibirlo, cuando nos visite, en el Palacio de Navarra y junto al Monumento a los Fueros, como nuestros antiguos monarcas, escuchar su compromiso de amejorar y no empeorar los fueros y libertades de Navarra, que como dice el lema de los Infanzones de Obanos, "son más importantes que la propia vida". Majestad. Por España. Por Navarra. Viva España. Viva el Rey.