Casi todas fueron recogidas en Vida ejemplar de un claro varón de Escalona (1926), Vidas difícilmente ejemplares (1931) y Estampas del camino (1934). Las restantes veinte aparecieron mucho más tarde en Navarra, como Los folletones en "El Sol" de Félix Urabayen (1983), reunidas y prologadas por su sobrino, el profesor Miguel Urabayen.
Literariamente fue el único que ha ofrecido una nueva interpretación literaria de la ciudad más allá de Galdós. Supera la visión realista de Toledo, como escenario de la intriga, mediante una interpretación simbólica de la ciudad, convertida en protagonista. Así, la simbolizará en tres hermosas mujeres de la trilogía que dedica a Toledo: Toledo: Piedad(1920), joven y austera toledana, vestida de negro, es la ciudad recién descubierta, triste y mortecina, aún capaz de revitalizarse; Toledo la despojada (1924), es Doña Luz, mujer otoñal, cuya hermosura y riquezas son expoliadas por sus pretendientes y falsos amigos, como lo era la ciudad de sus tesoros artísticos, vendidos al mejor postor.
La tercera es Leocadia, en Don Amor volvió a Toledo (1936), deseada e incomprendida por sus sucesivos amantes, representantes de todas las razas que pretendieron adueñarse de la ciudad. Su amor feliz por un ingeniero que pretende para hacer fructíferas las aguas del Tajo y crear una ciudad moderna, acaba en tragedia, porque las fuerzas vivas se oponen al proyecto industrial y dejan morir a Leocadia.
Comprometido por su amistad con Manuel Azaña con la causa republicana, se presentó Urabayen a las elecciones por el Frente Popular, aunque su verdadera vocación era la docencia y la preparación de los maestros rurales para elevar el nivel de instrucción del pueblo llano.
A terminar la Guerra Civil rechaza la posibilidad de exiliarse en México, para volver a Toledo, pero su aventura política le cuesta el encarcelamiento, lo que en pocos años precipita su muerte en 1943.
Fuente: http://www.toledo-turismo.com/es/toledo-y-sus-personajes-ilustres_739