Feliz como Dorian Gray.

Publicado el 04 julio 2010 por Francissco

Kiko Hernández (T5) desnudando por la fuerza.

Es posible que Dorian Gray estuviera más sano de “alma” de lo que postulaba Wilde, independientemente de lo entretenida que fuera su novela, al igual que lo era aquella peli que rodaron en blanco y negro en los tiempos de la catapún. Como la que han estrenado recientemente ha generado comentarios dantescos decidí saltármela. Algo de sabiduría tenía que dar la edad, je, je

Oscar Wilde, decía, apuntaba que los vicios morales y los excesos desgastaban a las personas y no podía estar más equivocado, sobre todo por lo que se refiere a los vicios, aunque en el fondo su postura personal fuera irónica y sarcástica.
A quienes castiga nuestro vicio y falta de ética es a quienes pilla por banda, a quienes lo padecen de forma pasiva. Leo por ahí, en un libro sobre psicopatas,  que estos elementos apenas padecen ansiedad y evacúan el estrés mediante la acción impulsiva.

Resulta ser la psicopatía esta de las narices una condición asintomática para quien la encarna, siendo la manera habitual de detectarla las quejas y los daños producidos a los demás, al círculo de malafortunados que rodean a estas víboras sin desearlo. El nombre de psicopatía se suele asociar con asesinatos, pero esto no es necesariamente así. La mayoría de las veces suele ser la simple y llana malasombra del compañero chivato, del jefe que exprime, del sádico verbal que obtiene placer burlándose de alguna tara o defecto…en fin, seguramente conoceremos ejemplos de sobra.

Y Teleesteban no podía ser menos. El otro día dieron otra vuelta de tuerca y el Kiko Hernandez de las narices desnudó por la fuerza a una tal Maria Lapiedra, que intentó darle un botellazo, falló y al final salió del plató del “Sálvame” con gesto desorientado y de trauma. Por supuesto que no voy a poner la mano por ella, cuando participa en ese programa por algo será.

Pero las otras hienas presentes ponían cara asombrada y sorprendida, aunque nadie  auxilió a la muchacha. Recordaban a esas cortes depravadas antiguas, donde el rufián cortesano oficial gastaba alguna salvajada a ciertas víctimas propiciatorias en un momento dado y nadie decía ni pío. El rufián psicopático sabido era que gozaba de la anuencia del señor. De hecho, todos sabían de sobra que era su ejecutor consentido.

Por la misma, cuando los guionistas de este programa infecto encargan una barbaridad a esta criatura,  al Kiko, los demás tertulianos se sorprenderán pero no dirán ni pío. No lo hacen porque esta cadena se ha convertido en algo parecido a las audiencias de  un Calígula o un Stalin. Si queres seguir poniendo el cazo mejor tragas con lo que salga si no quieres que te toque a tí.

Los programas con audiencias cautivas se han convertido en lo que alguien definió como teleplazas. Son los sustitutos de los antiguos espacios comunales públicos donde se representaba la vida diaria y, por lo tanto, se escenificaba la moral social imperante. Pánico da pensar lo que estos engendros televisivos dicen de la moral que gastamos ahora.

Y por cierto  ¿A qué santo vengo yo ahora con rezongos morales y apocalípticos? ¿No habíamos quedado en que como Dorian Gray se vivía mejor?

Pues nada, un saludo amoral entonces (que noo, que es broma)