Feliz cumpleaños

Por Siempreenmedio @Siempreblog

18 septiembre 2013 por cuinpar

No lo sabe o, quizás, no me cree, o, puede ser, algunos días se olvida demasiado rápido de que el mundo es un lugar mejor porque un día nació ella. No recuerda o, tal vez, no está al tanto o, es una opción, no puede entender que la vida de los que la queremos es tanto más llevadera porque ella está cerca. Por cosas nimias, porque es capaz de abrazar hasta que el cuerpo entero es sólo sonrisas, y abraza; porque es capaz de sentir en su propia piel todo lo que nos pasa a los demás, y lo siente; porque es capaz de llenar el mundo de luz cuando se ríe, y se ríe. Porque es capaz de querer empecinadamente, contra todos los pronósticos, con un querer que sana y embellece, y quiere; porque es capaz de caerse de las maneras más aparatosas y machucarse un poco y dolerse entera, y se cae; porque es capaz de levantarse entera una y mil veces, y se levanta. Porque, aunque parezca mentira, algunos días es capaz de creer cuando le decimos de todas las maneras que sabemos que no está sola en el mundo, y cree.
Yo, por mi parte, sé que lo que tenemos es amistad cuando pone los ojos en blanco y sonríe haciendo fuerza para no enojarse. Lo sé cuando me llama suspirando, cuando me cuenta un secreto, cuando me da cien indicaciones sabiendo que muy probablemente no le voy a hacer caso, cuando me agarra la pachorra, la tristeza o el malhumor y me dice ¡venga, Piwi!
Lo noto cada vez que tenemos que salir y me espera un poquito. Cada vez que se acuerda de las cosas que le cuento y cuando me enseña todas esas cosas que sabe y que no tiene necesidad de guardarse. Lo sé porque se aguanta que me suba a la parra en medio de una charla, porque me pone un hombro para que llore de vez en cuando, porque celebramos cuando nos va bien, y cuando nos pasan cosas feas también celebramos, aunque con otros ritos.

Y así seguimos, mientras echa la cabeza hacia atrás, se caga de la risa o resopla escuchando mis gansadas. Compartiendo cosas simples como silencio con galletas o algunas más profundas con galletas también. Riéndonos como adolescentes en la edad del pavo, extrañándonos de vez en cuando.

La quiero. Es raro y es obvio a la vez. Creo que se lo digo menos de lo que debería.