Algunas reflexiones sobre la piel, el cuerpo y la mente cuando pasas de los cincuenta.
El lunes pasado cumplí 54 años, y como una colega me dijo ese día, estoy fenomenal
Como persona, considero que he llegado a dónde debía llegar, o por lo menos a esa zona donde más a gusto me siento. Aunque seguro que algunos dirían que no debería ser así, que hay que salir de la zona de confort. En este momento no encuentro objetivo para ello si me siento plena aquí. Vaya, qué filosófica me he puesto
Lo que sí os diré es que con la edad el cuerpo sufre cambios y me cuesta aceptarlos. También os puedo decir que una vez que lo aceptas, tu vida mejora. Lo primero que noté al ir cumpliendo años fue que la cintura se esfumó. Creo que me di cuenta de ello hacia los 46 años o así. Yo siempre he sido una silueta guitarra y aunque quedan restos de ello, mi cintura ya no está lisa. ¿Debería hacer más ejercicio? Bueno, nunca he sido más deportista que ahora que hago elíptica 45 minutos todos los días de la semana. En una fuerza media, vale, pues mis lumbares y mis rodillas (sí, parece que he machacado mis meniscos estos años) no soportan más intensidad, aun así, hago ejercicio todos los días. Pero al cuerpo le da igual pues la celulitis sigue ahí y mis lorcillas en la cintura también
¡Achaques!
El contorno de la mandíbula empezó a descolgarse y no da ninguna alegría jajajaja. No pienso hacerme ningún retoque, que quede claro, pero sí que he reforzado mi tratamiento facial añadiendo un serum potente. Por eso habréis visto que últimamente hablo bastante de estos productos
Ya sé que podéis pensar que he retocado la foto, que tal y que cual, pero lo único que intento decir aquí es que tenemos que aceptar los cambios que sufre nuestra piel y, si queremos, actuar en consecuencia, por ejemplo, reforzando el tratamiento.
Otro tema, nunca ni en la pubertad he sufrido de acné y con casi tres años utilizando mascarilla, nunca me había salido maskné. Estas navidades tuve maskné. ¡Sorpresa! Supongo que fue por pasar más horas con mascarilla. Lo que hice para apaliar los efectos fue lavarme más a conciencia la piel e intentar no utilizar una crema demasiado untuosa debajo de la mascarilla. Esa fue para mí otra señal de que la piel evoluciona y cambia con la edad.
Y hablando de la mascarilla, no me gusta nada llevar maquillaje debajo, pero sí me gusta utilizar un bonito corrector para mis ojeras. Antes de navidades me di cuenta de que se me había acabado el corrector y aunque Kiko no es una marca que me guste especialmente, me encontré con una tienda y decidí darle otra oportunidad.
Me atendió una chica muy profesional que detectó muy bien cuál era mi tono y además me aconsejó un producto más para cuando la ojera se ve agotada de tanto ordenador. Pensé que quería vender y no muy convencida me probé ese producto en el torso de la mano.
¡Vaya! Al final, me he liado a hablar de productos, deformación profesional
Como podéis apreciar por todos estos posts, me encanta escribir y por eso empecé a hacerlo fuera del blog, como ya os conté, escribiendo mis novelitas. Ha sido una forma de salir de mi zona de confort, esa de la que hablaba al principio y es otra cosa que ha contribuido a sentirme mejor conmigo misma a los 54 años. Cada persona necesita llegar a su lugar y yo creo que he llegado al mío. Capítulo aparte, pues puede no ser imprescindible pero ayuda, es haber encontrado al amor de mi vida y que seamos tan afines. Todo está muy bien, pero siempre lo considero mejor si lo comparto con maridin. Él también es el culpable de que esté tan a gusto conmigo misma.
En fin, que este post era solo para exponer una reflexión de lo que es llegar a los 54 años, una especie de auto-regalo
Happy birthday to me
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