¡2 años! ¡Madre mía que rápido se me ha pasado el tiempo desde que llegaste!
Aquél 4 de Marzo del 2012, cuando decidiste que tenías mucha prisa por estar conmigo y naciste en la cama del hospital, ante el asombro de todos. Hoy hace 2 años y soy la persona más feliz del mundo. Tú me has hecho ver las cosas con otros ojos, de una forma más pausada, una maternidad consciente y relajada, respetando tus ritmos y tus necesidades.
Llevamos 2 años de lactancia. Para nosotras no ha sido sólo alimento, es mucho más, es cariño, es amor, es calmante, es refugio, es tu almohada y tus buenos días.
Llevamos 2 años durmiendo juntas. Compartir la cama contigo, aparte de ser lo más fácil y natural del mundo, de dejarnos dormir mucho mejor y facilitarnos las tomas nocturnas, es también compartir momentos de felicidad. Poder mirar como duermes, ver cómo te despiertas, me miras, te tumbas cerca de mí y sigues durmiendo. Despertarme los fines de semana con tu cara cerca de la mía, mirándome fijamente y sonreír cuando abro los ojos. Sentir tu olor, tu calor, tu respiración, abrazarte… Llevo 2 años disfrutando de los momentos más maravillosos contigo.
Llevamos 2 años compartiendo brazos. Desde antes de nacer, ya sabía que quería llevarte siempre bien pegada a mí. La de comentarios que habremos oído al respecto… y nos ha dado lo mismo. Hemos usado todos los portabebés que hemos podido, nos ha facilitado la vida a ambas. Ahora, me pides brazos como cualquier niño de tu edad, y te encanta que te lleve a caballito en la mochila o en la bandolera.
Mirar tus expresiones me vuelve loca. Me encanta mirarte fijamente. ¿Cómo es posible que una cara tan pequeña pueda hacer tantos gestos? Es increíble ver cómo te asombras, te alegras, te sobresaltas, todo, en tu cara. Eres tan expresiva. ¡Y tan preciosa! Sí, ya lo sé, soy tu madre, y para mí, eres la persona más bonita del mundo.
Me encanta compartir contigo cada pequeño logro, ver cómo vas creciendo, cómo va saliendo tu personalidad. Creces tan deprisa, que a veces, me mareo. Mi bebé va dando paso a un niña pequeña y risueña, una niña que quiere subirse en todas las cosas que encuentra, que se enfada cuando no le sale algo. Una niña a la que le encanta hacer manualidades, a la que le encantan los cuentos. Una niña que mueve las caderas en cuanto oye la música y que se ríe como loca cuando su hermano juega a pillarla.
Y las estrellas. Son tu pasión, ves una estrella y te alegras. Pero eres tan inocente… Te encantan las estrellas que pintamos o que vemos en dibujos, con puntas. Sabes que están en el cielo, por la noche, con la luna. Pero cuando estamos en la calle y te las enseño en el cielo, nunca las ves. En el cielo sólo hay puntitos de luz, no están tus estrellas de puntas. Te quiero tanto por esa inocencia.
Me encanta tu lengua de trapo. Todas las palabras que sabes ya, cómo vas formando frases, cómo repites lo que no sabes. Y cómo ahora me llamas “mami”. Muero de amor.
Eres tan cariñosa. Te encanta dar besos. Pero de esos que das sólo porque tú quieres. Y cómo no te obligo a darlos, tú me los regalas siempre. Siempre me han molestado los comentarios que se les hacen a los niños para obligarles a dar besos. Y tú, si te manipulan, no lo das. Muy bien hija, los besos se dan sólo porque te apetece darlos.
Me vuelve loca tu risa. Te ríes feliz. Ya sabes hacer cosas para que riamos los demás. Tu juego favorito es ofrecernos algo de comer, y cuando casi nos lo has metido en la boca, te lo llevas corriendo y te lo comes tú, ¡poniendo una de tus maravillosas expresiones y riendo a carcajadas!
Pues sí, ya han pasado 2 años, 2 años maravillosos que me han hecho parar y mirar la vida con más calma. Todo gracias a ti.
¡Feliz cumpleaños hija mía! ¡Te quiero!