No quería dejar que acabara el día sin haber tenido la oportunidad de felicitar a todas las mamás que han decidido dar un giro a sus vidas para convertirse en unas heroínas que pasan a obtener un papel secundario pero no menos importante en la película de sus vidas.
A todas aquellas que aún lamentándose de dormir poco, se levantan con una sonrisa y se comen el día; a aquellas que a pesar de no tener tiempo para ellas, lucen con estilo una raíz blanca canosa y unos pelos en las cejas de escándalo mientras sus pequeños van siempre a la última moda repeinadísimos y pulidos.
A aquellas que no tienen tiempo de hacerse la pedicura pero día sí, día también lo sacan para cortarle las uñitas a esos bebecitos que arañan, gritan, lloran, patalean, estiran el pelo y tiran la comida al suelo. Porque no les importa repetir modelito dos días seguidos mientras los peques tengan su ropa limpia cada mañana… (todo parecido con mi realidad es pura coincidencia…).
Les dedico estas palabras a aquellas mamás que siempre están ahí cuando las necesitas, que no dejan de regañarte y aconsejarte incluso cuando no les pides consejo, pero que saben de ciencia, de gastronomía, de arte, de corte y confección, de medicina, de matemáticas y de cualquier otra disciplina profesional sin tener carrera alguna, especialmente la videncia, porque saben todo lo que va a pasar en cada momento.
A mí la maternidad no deja de demostrarme que tengo una misión en la vida, un objetivo, un reto. Ser madre sin duda me ha hecho ser mejor persona.
Y lo mejor de todo es que tengo la gran suerte de tener al lado a una persona que valora todas estas cosas y hoy me ha regalado un auténtico Día de la Madre perfecto. Los quiero, los adoro, los necesito para que mi vida sea plena… Ellos dos me han convertido en la mamá que siempre he deseado ser. Gracias por tanto.
Foto Joan Valera