Supongo que aquí se incluirían los que, como yo, nunca (o por lo menos cada vez menos) hemos tenido simpatía por tan regia familia, y no únicamente por el hecho de haber sido puesta ahí por un dictador. Para la gente, o al menos para mis más allegados, no es ningún secreto que yo soy un tanto republicanillo, pero más allá de esto, la verdad es que no estoy de acuerdo con celebrar el día que marcó el principio de una masacre de pueblos indígenas en América. Porque no lo neguemos, por mucho que ahora sean países soberanos, a los pobladores de entonces se les impuso nuestras creencias y modo de vida. Vamos, que con lo tranquilos que estaban, tuvimos que venir los españoles a tocarles los bemoles en nombre de sus católicas majestades Isabel y Fernando. Total, para que más de 500 años después muchos se llenen la boca con que el español sea uno de los idiomas más hablados del mundo, con incontables cienes y cienes de millones de hablantes ubicados en bastantes países, lo cual, imagino que entre otras cosas, venimos a celebrar hoy. ¿Y qué mejor manera de celebrarlo que un desfile militar? ¿Nadie se ha parado a pensar en esto?
En definitiva, que conmigo no cuenten para celebrar este día. Personalmente prefiero celebrar otras cosas, aunque realmente yo soy poco de celebrar todo aquello que celebra la mayoría cual masa borreguera. Además, tampoco creo que la mejor manera de celebrar este día sea un desfile militar. Me suena demasiado a una alegoría de lo que realmente pasó hace cinco siglos: Que no fuimos allí para descubrir nuevas tierras, sino para conquistarlas, y que todo un pueblo fue vencido por el poder de las armas.