Paz y bien, feliz domingo de junio. Junio, con sus días álgidos de luz, su fuego purificador, ritos de renovación, esperanzas y proyectos. El solsticio de verano y la noche de San Juan, las fiestas en torno al Corpus Cristi, el fin de curso escolar...
Yo, tan defensor de los símbolos por su poder evocador y trasuntos de momentos importantes: efemérides, situaciones que se resumen en un gesto o acción, sorpresas, ilusión, proyectos. Tan distintos de lo rutinario. Faros en mi noche, guías de mi tenaz existencia de ciego luchador.
Comparto una interesante reflexión que hago mía:
"A veces me salto el almuerzo y cambio la rutina. Salgo a dar un paseo. O me compro un pequeño regalo para mí...Algo que me haga sentir que estoy cuidando de mí mismo. O salgo en coche, en busca de un paisaje hermoso, o saco una entrada para un concierto. A veces negocio una cita conmigo mismo a media mañana, un compromiso estrictamente personal. Una vez salí a las once de la mañana para visitar una galería de arte. Luego regresé y seguí trabajando como de costumbre hasta la hora del almuerzo."
Spencer Johnson
Qué importante es esto: romper la rutina que te acomoda y empuja hacia la anodina comodidad.
Ya sé que para muchos es lo mejor, comodidad, rutina, patrones preestablecidos, seguridad. Vale, pero ¿y el crecer física e intelectualmente?
Pequeñas acciones que alimentan la ilusión de continuar firme en el día a día.
Claro que algunas rutinas son necesarias: el proceso del trabajar diario, limpieza e higiene personal, etc. Pero estoy convencido de que con uno de esos pequeños placeres que uno se busca, u otros similares, hacen de la rutina no un lastre pesado, si no una oportunidad de existencia plena.
Un gran abrazo, cargado de sorpresas ilusionantes.
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