Foto de Internet. Cómo debería de ser...
Supongo y desearía muy en el fondo que éste artículo fuera de los menos leídos de todo lo que llevo de blog. Sería la señal unánime, certera y optimista de que todos los que normalmente invierten una mínima parte de su tiempo en visitar están celebrando de la mejor forma posible ésta noche que debiera ser mágica y que para muchos -muchísimos- sólo será el amargo recordatorio de que las cosas no son cómo debieran ser y que donde ayer sólo había derroche y juerga, hoy el crujir de dientes ha ocupado su lugar dejando un rastro de miseria, tristeza y desesperación que, según he podido oir, no tiene ni tan siquiera parangón en los oscuros años de la Posguerra, cuando la autarquía y el aislacionismo internacional sometian a España a una tenebrosa quimera de lo que era sólo un siglo antes. Estamos en un extraño punto de inflexión en que debiéramos empezar a recuperarnos, aunque dicha recuperación no será válida si, al fin y al cabo, nada hemos aprendido ni retenido de tan profundo tajo.Sociedad y suciedad.
Mis mejores deseos en ésta jornada en la que la Familia y el recuerdo son el eje central de nuestras vidas son para todos aquellos que movidos por unas u otras circunstancias, sin entrar a valorar si detrás hay un banco, una empresa quebrada o una inversión fracasada, están en ese momento en que no sabes si dar un paso más o quedarte donde estás simplemente porque no sabes que puedes y que no puedes hacer, a que aspirar o a que renunciar para mantenerte a salvo de la debacle financiera, social, territorial y mental que se cierne, de manera inevitable, sobre nuestro país. Sin detrimento de lo extensiva que la situación sea para otras personas que no compartan nuestra nacionalidad y circunstancias, creo que las cosas deberan de venir mejor dadas en el futuro, pues la desesperanza en un momento dado da lugar a la Ira y dicha ira debería dar lugar a algo constructivo, pues si nada nos queda ya que perder, lo mejor es emplearnos en recomenzar la escalada de una montaña a cuyos píes hemos caido inevitablemente tras saborear las mieles de haber abrazado la cima.
Creo firmemente que la Galerna de la Crisis es más ficticia que real, por cuanto nuestras lamentaciones van todas en el mismo sentido sin valorar que todo ha sido sobredimensionado por una actividad económica, la inmobiliaria, que era ajena a los principios sociales y laborales propios de nuestro país. Esa debacle que ahora nos sacude ha conseguido cosas buenas no obstante. Cierto es que muchísimas personas han perdido su trabajo, su casa, sus bienes y algunas, por desgracia, incluso la vida, cercenada por sus propias manos al verse en una encrucijada prácticamente imposible de superar y ante la que ni la sociedad, ni el gobierno de la Nación estaban preparados. De ahí que hayamos descubierto con la amargura propia de aquel que creyendo saberlo todo, se haya autoconvencido con el zarpazo de la realidad de que ni todo ésta hecho ni dicho ni el Estado del Bienestar que tanto cacarean algunos con la perspectiva clara de que ellos nunca habrán de padecerlo sólo es una quimera subvencionada con la sangre del Pueblo.
Falsas expectativas.
Sin ser un experto en economía ni basarme más que en mi propia experiencia y en la observación de todo lo que nos lleva rodeando desde que la burbuja llena de excremento reventara ya hace cinco años y pico pringándonos a todos, debo decir que al menos yo si me siento optimista para con el futuro. Un futuro que en términos absolutos se plantea con la evidencia clara de comer o ser comidos. O no dejamos comer por todos aquellos que ya lo hacen sobradamente de nosotros evidenciando la falta total de compromiso para con España y dejando claro que ellos van a seguir jugando al "Sálvese quien pueda" mientras quede algo que rapiñar dentro de la caja o plantamos cara a un sistema sobradamente corrupto, adoctrinador en las bondades de bailarle el agua a la Casta y totalmente incompatible con la defensa y mantenimiento de los valores tradicionales que han apuntalado a España desde que la Batalla de las Navas de Tolosa certificara el principio del fin de la España árabe en pos de una España que caminaría hacía la unión, fortalecimiento y progreso de sus partes con un único país, una religión, un rey y la diversidad de todas sus tierras en plena fidelidad a la idea nacional.
Hoy no es fácil augurar un final feliz para nosotros, pues más pareciera que nuestro Gobierno, el de la nación, estuviera tan superado por los acontecimientos que dejara el devenir de los acontecimientos en manos del Azar. El mismo Azar al que se abrazó el anterior Ejecutivo y que nos ha llevado, de manera irremediable a un punto en que es preciso ya el golpe de mano en una gestión autonómica fracasad, ser valiente y apoyarse en las ánsias de un pueblo que quiere trabajo, prestaciones, terroristas fuera de las intituciones, separatistas procesados por traición y un rumbo nuevo y fidedigno hacía la recomposición de un sistema de Estado perdido a finales de los años setenta. Ahora tenemos la oportunidad de romper la baraja, cercenar los destinos de los enemigos de España y dar a todos aquellos que han visto arrebatadas vidas y haciendas un poco de reconocimiento para con su entereza al frente de una crisis pormenorizada que no ha respetado más que a banqueros y politicastros.
Feliz Navidad.
Es difícil de celebrar algo así cuando la que sigue cayendo sobre el país es tan sumamente crudo que no se puede vislumbrar más que la oscuridad de un túnel en el que nos seguimos desplazando hacía adelante sin atisbar ni tan siquiera el final. No obstante habrá que hacer un esfuerzo por llamar a la cordura e intentar el infatigable logro de que las partes enfrentadas, en éste caso, todos con todos, entierren las hachas de guerra para empezar a moverse en pos de un mínimo reforzamiento que implique abandonar nuestro ya legendario individualismo y cainismo y caminar todos en la misma dirección, empujando el mismo carro y con el mismo objetivo. Debemos sacrificar los logros personales en pos de lograr una serie de retos reencaminados a volver al crecimiento, el prestigio y la unidad de todos los ciudadanos para sacar a España de la escombrera. Eso será difícil pero estimo que no imposible. Por ello quiero desear a mis lectores, detractores y en definitiva a todos los españoles de bien unas muy felices Navidades y mejores expectativas en el futuro.