Afortunadamente, en mi familia hace tiempo que llegamos, entre todos, a un acuerdo para el tema de los regales: Todo aquel que quiera algo, que se lo compre él. Quien no quiera, que no compre nada. De esta manera, por un lado, nos ahorramos de tener que ir de tiendas varias tardes enteras y tener que pensar en qué le gustaría a la otra persona. Por otro lado, nos ahorramos una buena cantidad de dinero, ya que, en lugar de tener que comprar varios regalos, en el peor de los casos solamente tendremos que comprar uno solo. Aparte, si no necesitamos nada, pues no nos compramos nada y punto. De esta manera, compramos solamente lo necesario, eso en el caso de que quisiéramos comprar alguna cosa. Afortunadamente, durante estos últimos años no es que hayamos necesitado comprar gran cosa. En mi caso, lo único ha sido una cámara digital las pasadas Navidades después de que la que tenía comenzara a fallar. Cosa que, por desgracia, no hace todo el mundo. Parece que, en cuanto llegan estas fechas, a todo el mundo le da cierta ansiedad por las compras, acentuadas por los anuncios publicitarios con los que todos los medios nos bombardean a todas horas, lo cual no deja de fastidiarme.
Pero, en el fondo, entiendo toda esta publicidad, ya que son un negocio y, como tales, han de conseguir dinero. Pero debido a esta publicidad, han creado en el subconsciente colectivo una necesidad de tener multitud de productos que, muy posiblemente en no pocos casos, no necesitemos. Pero esto es lo que tenemos, y no tenemos más remedio que ir tirando. Para terminar, os paso este vídeo que pillé por casualidad haciendo zapping las Navidades pasadas.