Celebramos la luz, el Sol, los días más largos
A estas horas falta poco para que las casas más afortunadas del mundo se llenen de regalos. En es este tiempo de solsticio de invierno, la Iglesia católica se apropió de una fecha tan laica como humana. Se apropió de la llegada de la luz. Los días empiezan a ser más largos desde ya y la humanidad siempre ha rendido pleitesía al Sol. Luego, desde no hace tanto, la Iglesia católica equiparó al niño Jesús, que vaya usted a saber cuándo nació pero no en diciembre, con la Luz y tal y tal. También intercambiar regalos en estas fechas viene de la Antigüedad, coincidiendo con el solsticio y el cambio de año. En un tiempo era obligatorio regalar a dioses y monarcas e intercambiar con vecinos y amigos. El acto de regalar es algo que produce bienestar, igual que recibir regalos, y está repleto de simbolismo. Con el regalo se mostraba y agradecíapúblicamente que el año había sido propicio y se demandaba a los dioses que la cosa en el futuro fuera igual, o mejor. Sin necesidad de enloquecer con el consumismo, el regalo une, tiene algo mágico…Y luego vino San Nicolás, y Santa Claus y se convirtió en Papá Noél y por ahí andaba El Tió, y el Olentzero, y los Reyes Magos…y tantos mitos y ritos que envuelven estos días. Mitos, ritos y tradiciones que cada uno acopla según mejor le interesa.
Pepe Rey, que es el tipo que más sabe de ritos y mitos navideños explica, por ejemplo, el tió de Navidad es asociado a Catalunya, pero es una práctica ancestral que se venía realizando por toda la franja pirenaica española, y en zonas de Mallorca, Andalucía, Francia, Gran Bretaña, Alemania y algunos países eslavos.
El tió de Navidad es un trozo de tronco al que se atribuyen virtudes sorprendentes y milagrosas. Es quizá la tradición pagana más antigua de cuantas han sobrevivido en estas fechas, aunque la industrialización la ha desvirtuado. La familia se reunía en torno a la chimenea y encendía el tió (tizón o leño). La versión urbanita y moderna consiste en que un trozo de leño, que puede ser de cartón, termina cagando las chuches con las que ha sido “alimentado” durante el inicio de diciembre. Ahora es una fiesta infantil…
En Guipuzkoa también se ponía en el fuego del hogar el Olentzero-emborra o tronco del Olentzero. Pero el Olentzero, que hoy llega a las casas de Euskal-Herria, parece que surgió en Navarra. Se trata de un carbonero. Un tipo gordete, borrachín, comilón y tiznado de carbón.
El Olentzero es anterior a la cristianización de Navarra y las celebraciones del solsticio en el País Vasco. Por eso es un carbonero. Un buen tipo que quema “lo viejo” y deja paso al tiempo que comienza con un renovado Sol. Luego llegó la Iglesia y consideró que lo más oportuno era que el Olentzero anunciara la llegada de Jesús. En fin…
Buen solsticio de invierno. A encender hogueras. A quemar lo malo. A que el Sol nos de la vida. A dar y recibir regalos. Y como soy heterodoxo ahí va este Olentzero que va más allá de las fronteras de Euskal Herria: