Mi querida María Castejón Leorza y yo misma hemos escrito este artículo a 4 manos para el Informe 2015 de Feminicidio.net. ¡María y yo estamos contentísimas con este trabajo que nos ha traído muchos desvelos y esperamos que os guste!
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A modo de introducción
En el siguiente artículo escrito a cuatro manos, nos proponemos analizar una selección de películas españolas que tienen un denominador común; todas ellas tratan de forma directa sobre la violencia contra las mujeres. Sabido es que la violencia es un recurso cinematográfico recurrente y habitual a la hora de construir las historias y las tramas. Pero ¿qué pasa cuando esta violencia se dirige de forma específica a las mujeres por el mero hecho de ser mujeres?, ¿cómo ha representado el cine español la violencia de género?, ¿existe algún tipo de evolución en esta representación y cuáles son los ejes que deben marcar nuestro análisis?
Para poder responder a estas preguntas, hemos seleccionado cinco películas, que hemos dividido en dos grupos temáticos. En el primer grupo contamos con las películas Sólo mía (Javier Balaguer, 2001), Te doy mis ojos (Icíar Bollaín, 2003) y la tv movie No estás sola, Sara (Carlos Sedes, 2009), una serie de películas que por primera vez en el cine español nacen con una clara vocación de sensibilizar sobre una problemática que tras el asesinato de Ana Orantes, traspasa el ámbito de lo privado para considerarse una problemática pública que afecta a toda la sociedad. En el segundo grupo hemos seleccionado las películas Tesis (Alejandro Amenábar, 1996) y La isla mínima (Alberto Rodríguez, 2014), dos películas muy significativas en el cine español, por su éxito tanto de taquilla como de crítica.
Con el primer grupo de películas nos planteamos como objetivo principal analizar sus aportaciones al imaginario colectivo de la recepción de la violencia de género y hacer una lectura crítica desde la actualidad. Con el segundo grupo, nos proponemos desmontar la relación que se establece entre la violencia de género y la psicopatía ya que descontextualiza las causas estructurales que posibilitan la violencia contra las mujeres y desplaza el foco hacia explicaciones tan coyunturales como excepcionales.
Todo desde un marco teórico y conceptual que asume el término feminicidio como un concepto necesario a la hora de aplicar la perspectiva de género a la representación cinematográfica de la violencia de género.
Punto de partida
Cuando el análisis crítico del discurso interacciona con las epistemologías feministas –en concreto, en nuestro caso, con la teoría fílmica feminista–, el resultado es un análisis cinematográfico que pone el foco en el texto fílmico como forma precisamente de reproducción (o transformación) del status quo, incluyendo la desigualdad de género y la violencia contra las mujeres.
El cine es un elemento muy efectivo a la hora de aproximarnos a temáticas complejas y realidades que en un principio pueden resultar ajenas tal y como sucede en nuestro contexto social con el concepto de feminicidio.
Teniendo en cuenta la significativa presencia de los relatos audiovisuales en la sociedad actual, no podemos pasar por alto su influencia en nuestras pautas de comportamiento y la configuración de nuestro imaginario colectivo. Pero, si tal como explica, Enrique Martínez-Salanova Sánchez el cine puede ser utilizado como “sustento conceptual, temático, ideológico y cultural” (2002: 225), esto significa que ese imaginario y esos modelos de conducta pueden ser modificables.
Podríamos escribir cientos de páginas analizando thrillers y películas de terror en las que las mujeres o, mejor dicho, el asesinato de mujeres es la excusa para la acción del héroe, que es aquel que le da sentido al relato y quien mueve la trama. Podríamos tomar la –quizás sabia– decisión de alejarnos de la figura del psicópata misógino, del monstruo, de aquel con el que ni siquiera “el más macho de los supermachos” quisiera identificarse ya que queda desposeído de toda su humanidad.
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