“Fenómenos” televisivos

Publicado el 27 marzo 2017 por Susanmk

No soy crítica de televisión. Aviso por si alguien me critica por algo de lo que escribo en este post o simplemente por el hecho de escribirlo. Pero anoche me vi en la necesidad de escribir esto por desahogo, por rebelión e incluso por reclamar el buen gusto y la educación. Y ahora entenderán por qué digo esto.

Cada vez estamos perdiendo más el norte en lo que a televisión se refiere (y no digamos en lo demás, pero eso, más que para una entrada de blog, da para un libro entero). Y es que si hace más de 10 años recibíamos a personajes variopintos, zafios, ordinarios, curiosos, lamentables aunque todos ellos sorprendentes que nos invadían el televisor en programas “late-night” y los hacíamos protagonistas de nuestra cotidianidad, más tarde recibíamos sorprendidos a un Risto Mejide que, con todos mis respetos, dentro de sus formas más o menos tolerables, ponían un punto y aparte a ese sesgo de invasores para dividir las pantallas en las amantes de lo ordinario y los perseguidores de la novedad y, digámoslo bien claro, de un toque de elegancia que se había perdido entre los números de nuestro mando a distancia.

“Ristezas” aparte, reconozcamos que sus comentarios siempre eran categóricos y elegantemente insultantes, que podían herir – y mucho – a quién los recibía, aunque no dejaban de poseer cierta base marketiniana que si se analizaba podía ser hasta de gran valor para el sujeto atacado.

Ahora, entre la ensalada de contenidos de las diferentes cadenas, entre series, debates, programas del “corazón” y aquellos de actualidad, de vez en cuando emergen algunos que se presentan como revelaciones cada temporada. Las temáticas de éxito se repiten, como el caso de los programas de cocinas y cocineros, de los que por cierto soy fiel seguidora. Y de pronto surge una novedad con tintes espeluznantes, como es el caso de “El Xef“. Un programa que en su promoción no sabes bien en qué va a basar el hilo principal, si en el personaje de Dabiz Muñoz o en su cocina o en ambas. Interesante, cuando menos. Es un tipo joven que ha alcanzado un éxito gastronómico sobresaliente, galardones incluidos, y que además presenta un tipo de cocina vanguardista, rompedora y valiente que tiene mucho que aportar a paladares inquietos como el mío.

La primera temporada no me cuadró el poder ver ninguno de los capítulos. Supongo que por falta de tiempo o por que estuviera enganchada a cualquier otra cosa. No soy crítica de televisión – lo repito por si alguien no se ha enterado y piensa que me las doy de tal – así que veo lo que me da la gana, que para eso está el sofá después de cenar y acostar a los niños. A esta segunda me quise enganchar ayer, pero me bajé del tren antes de llegar a la primera estación. Encendí cuando ya había empezado y me encontré al cocinero en Singapur. Por lo que he leído, debí llegar en el momento cumbre de su grosería, de su prepotencia lingüística y de su “canallismo” que tantos adoran: “El puto pollo con la puta gelatina del puto estrella Michelin más barato del mundo que era la polla“…no cito textualmente porque creo que hubo más putos que pollo y más palabras zafias con levantamiento de cejas que discurso normal. Llámenme moralista, mojigata o lo que sea, pero me irrita los oídos y el cerebro escuchar a este personaje malhablado y soez, por muy bien que cocine, al mismo nivel que me irrita escuchar a cualquiera de los colaboradores y vociferadores de Sálvame Deluxe (o Sálvame-el-apellido-que-sea).

Las excelencias profesionales no deben estar reñidas con el buen gusto. Al igual que dejo de leer cualquier post, artículo o similar que contenga faltas de ortografía, no me da la gana de contaminar mi cerebro con lenguaje de ese tipo, y mucho menos de su tolerancia.

Quizás un día vaya a probar su comida en Diverxo. O quizás no. Pero lo que sí tengo claro es el que El Xef no contará con mi tiempo de manta, infusión y relax los domingos por la noche.