Feria, que no fiesta. Ya figuraba este título en los target de la gente que rondamos lo rural por el revuelo del discurso de la autora ante el presidente. Por aquel entonces me pareció todo demasiado precipitado, pero las críticas inmediatas por fascismo despertaron aún más mi curiosidad, aunque sospechaba yo por aquel entonces que ya éramos todos fascistas.
Aparte de todo esto, la decepción viene de la mano de las expectativas, y tal altas eran estas que se toparon con el techo de la esperanza. Feria nos cuenta la vida de la autora. Punto y casi final. Ella dice ser muy rural y muy feriante, pero leyendo las letras no hay nada nuevo bajo el sol manchego. No diré cualquiera, pero muchas de las manchegas vidas que conozco darían para cien libros más rurales, más apasionantes, más auténticos y más manchegos, solo que ellos no son periodistas ni «escritores». Con ello no digo que el libro esté mal. Merece una lectura. Pero narrar algo más o menos cotidiano, narrar lo que todo el mundo sabe y narrar trascribiendo en papel como si estuvieses hablando con tus colegas en el bar, no es el paradigma que esperaba. Si eres rural, tienes que ser la más rural. Si te atreves a contar los entresijos rurales, te tienes que atrever a plasmar lo que poca gente sabe fuera de ellos. Si eres chunga, tienes que hacérmelo sentir. En fin, que a los lectores con intereses en temática rural novelada les recomiendo Feria, pero inmediatamente después lean la Erótica rural de Adolfo M. Martínez, y ya me contarán.
************************************************************************************************************
Sir Charles Lomlarck: 7
Mesié de Condemore: 5
Duque de la Teruélida: 7
Lord Pascualín: 6