Teniendo en cuenta que año tras año los organizadores (este año Revista Ñ, Diario La Nación y Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) intentan mejorar el evento y acercarlo cada vez más a la forma que tienen las grandes ferias del mundo, ésta vez se hicieron eco de las quejas de los asistentes que tenían que hacer larguísimas filas para entrar y amplificaron los medios para conseguir las entradas.
Pero el resultado, inesperadamente, no fue el buscado, ya que pese a haber habilitado la opción online o a través de Ticketeck, un considerable número de personas debieron caminar lenta y pacientemente hasta llegar a la preciada boletería y allí adquirir sus entradas (Yo por suerte me decidí por la compra online, así que pude disfrutar un rato más con mis amigos en un bar cercano en vez de mojarnos bajo la garúa que nos regaló el último sábado de abril).
El lema de este año fue UN FUTURO CON LI BROS, parafraseando una realidad que admite dos acepciones: la primera podría entenderse como la aseveración de que el futuro está en los libros entendiendo a éstos como vectores de cultura, elemento indispensable y necesario para el desarrollo de cualquier civilización. Y la segunda, un poco más compleja, invita a analizar la lucha por seguir existiendo del libro en papel en detrimento del avance apoteótico del texto digital y las nuevas tecnologías (sobre las cuales un grupo de estudiosos en la materia catalogaron como no peligrosas y siguen dándole su voto de confianza y una larga vida al libro impreso).
LA FERIA DEL LIBRO ES LA FERIA DE LAS ARTES
Atravieso la puerta de entrada y luego de pasar por un amplio pabellón plagado de stands de las provincias argentinas (creo tener un déja-vu de la última FIT 2011) llego hasta la manga con alfombra roja (que me produce otro déja-vu, el de los aeropuertos) y allí comienzo a hacerme a la idea del viaje que voy a comenzar en pocos minutos, cuando ingrese en los pabellones de colores y me sumerja en ese agradabilísimo y esperado momento del encuentro con los miles de volúmenes que pueblan la feria.
La gigantesca letra Ñ anaranjada nos invita a hacernos unas fotos y así dejar inmortalizado nuestro paso por la feria (lo cual me parece sensato, ya que la Ñ, además de ser el símbolo de una revista literaria del cuestionado multimedio Clarín es la letra que nos diferencia de las demás lenguas, que no la tienen). Así es como luego de hacer varias tomas que quedan como fotos de amigos en un viaje al extranjero, finalmente, nos introducimos en la vorágine que envuelve y llena de vida al lugar.
- Mamá, veniiiii… mirá… ¡hice un Kandinsky!
Acto seguido las promotoras (en realidad niñeras del lugar) se miran y suspiran ante la alta muestra de cultura que el pequeño hizo pública con total naturalidad. Mi amiga hace lo mismo y les pide a las promotoras que guarden el dibujo del chico, en una de esas, quién sabe, estábamos en presencia de un verdadero sucesor del alemán y no nos dimos cuenta.
Siguiendo el recorrido me encuentro con stands muy completos, con ideas originales, títulos recientemente editados y con muy buenas ofertas. En estas dos fotos (tanto la de arriba como la de abajo) las editoriales se jugaron por importantes descuentos y ofertas en muchos de sus textos. La Editorial Losada, por ejemplo, se jugó por una interesante mesa de clásicos de bolsillo, otra dedicada a textos teatrales (entre los que se pudo ver desde Chéjov, Wilde o Williams hasta los nacionales como Mauricio Kartún, Patricia Zangaro o Rafael Spregelburd) y una que provocaba el parxismo entre estudiantes de filosofía y psicología, ya que eran colecciones completas de esas disciplinas.
Sin lugar a dudas, Eduardo Galeano fué el personaje clave de esta entrega 2012 en la Feria del Libro. Aclamado por ciento de personas que asistieron a la conferencia que dió en el nuevo salón de conferencias inaugurado este año, el autor uruguayo obtuvo la máxima muestra de reconocimiento en medio de la presentación de su nuevo libro LOS HIJOS DE LOS DÍAS. Editorial Siglo XX dedicó una mesa especialmente a la obra de Galeano (recientemente compilada y re-editada) que hizo furor entre los asistentes.
El arte también tuvo espacio en esta feria 2012. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, para fomentar un plan de reciclamiento y generar conciencia entre los más pequeños, expuso esta escultura de un colorido pez gigante, realizado totalmente con botellas de agua mineral y pintado con pinturas no tóxicas. Junto a la esfera de libros de Presidencia de la Nación, este pez fué sin dudas el objeto más fotografiado, fuera de los libros, que fueron los verdaderos anfitriones de la fiesta.