Tengo que agradecer al amigo Mansion el préstamo de este documental en DVD, ya que ha supuesto para mí recordar una de las experiencias personales más intensas en lo que a música se refiere. Las Huellas de Dylan es un documental de acercamiento al músico a través de sus fans y para ello recoge infinidad de testimonios a través de los cuales el profano puede intuir que significa Bob Dylan para todos aquellos que lo veneramos.
El documental fue rodado en 2004 durante su gira española en la que visitó ciudades como Motril, Córdoba o Santiago de Compostela. Para mí no ha sido un documental más sobre tal o cual músico, ya que lo que refleja fue vivido por mí en primera persona durante mi visita a Córdoba para ver al más importante de todos mis mitos musicales. Y es que, aunque no lo parezca por el volumen de entradas que dedico a unos y a otro, Bob Dylan está a la misma altura que los Beatles en mi panteón particular con la diferencia capital de que aún puedes verlo en directo. Recuerdo que aquel año tuve que elegir entre ver a McCartney en Madrid y a Dylan en Córdoba... no lo dudé un instante. Fue la primera de un total de tres veces: Córdoba 2004, Collado Villalba 2006 y Jérez de la Frontera 2008 (si mal no recuerdo).
En primer lugar, me gustaría decir que este documental parte de una idea genial y sumamente práctica. Teniendo en cuenta que Dylan es impenetrable a la prensa, que mejor que acercarse a su figura de la mano de sus fans. De esa manera puedes retratar un aspecto que ni el propio Scorsese consiguió en No Direction Home: capturar la imagen que el fan de la calle tiene de su ídolo. Desde el veterano curtido en mil conciertos hasta el imberbe nervioso que va a verlo por primera vez, desde la estrella de la canción al hippie de la camioneta con su esposa japo... todos sin excepción se sienten traspasados por esa enigmática figura que ha sido protagonista principal del siglo XX y parte del XXI. Tengo que decir que de toda la gente que ha participado en este documental, las intervenciones que más me han llegado han sido las de Joaquín Sabina. Es otro de mis ídolos musicales, quizá mi número uno a nivel nacional, y me quito el sombrero ante su percepción personal de Bob Dylan. Eclipsa al resto de entrevistados y, cada vez que se asoma, suelta una certera genialidad a la que intenta quitar hierro con su correspondiente broma.
Por otro lado, me ha sorprendido reencontrarme en este DVD con fans de a píe como Antonio Iriarte o Antonio Terni, ya que compartí con ellos varias horas esperando a las puertas de El Fontanar bajo un sol de justicia.
Por cierto, que poco tiempo le dedican al público de Córdoba. Al menos a mí me lo parece, ya que tenía la esperanza de verme entre el público. Si hubieran grabado la apertura de puertas, estoy seguro de que se habría visto a un sevillano de casi dos metros corriendo como una quinceañera para llegar a las primeras filas (me quedé en la cuarta o quinta).Lo más destacable para mí de Las Huellas de Dylan es como captura lo divino y lo humano de los fans de Dylan. Aparece gente que da gusto escuchar ofreciendo opiniones con las que puedes sentirte más o menos reflejado o que incluso te muestran un nuevo enfoque sobre tu ídolo. Otros sin embargo, los menos, desvarían ante la cámara e intentan por todos los medios transmitir su desmedida pasión por el músico. Tanto esfuerzo dialéctico en estos casos no hace otra cosa que sacar a la luz el lado más oscuro de los dylanitas: la intransigencia, el amor ciego en el que el la música queda eclipsada por la figura mesiánica... en definitiva, el acólito incapaz de entender otra realidad que no sea la suya. Ser dylanita tiene también sus luces y sus sombras. El único punto negativo
que me parece imperdonable es ese artificioso montaje de intervenciones en el que se aparenta un diálogo entre los entrevistados. Lo de Loquillo y González Sinde me parece de muy mal gusto, no entiendo donde está la gracia y no merecía la pena manchar un documental tan entretenido con un montaje tan ridículo.Las Huellas de Dylan gustará a los fans del músico, pero también acercará a los profanos a una de las sectas musicales más peculiares y excéntricas de la música rock. Merece la pena.