El mayor encanto entonces que tiene esta magna fecha es que es feriado, día no laborable, como aperitivo de las vacaciones de invierno que ya están próximas, ”no vamo a laburar papá”.
El fervor patriótico argentino se asentaba hace unos cuantos años atrás, sobre tres razones un tanto políticas y un tanto afectivas: Perón, Gardel y la vieja, si uno se encontraba dentro del país , y un poco más amplias cuando estaba fuera de la frontera, así fuese en un país vecino.
Entonces las razones del fervor patriótico se ampliaban incluyendo a la bandera, el mate, el dulce de leche, el tango, la camiseta del equipo de sus amores, la foto de la minita, etc. etc.
Pero las cosas fueron cambiando, y por transición también el fervor patriótico. Un ejemplo de ello es mi vecino, al que cariñosamente llamamos “José Franela” porque desde que compró auto, se lo puede ver diariamente pasándole el trapito, y quitando las hojas que el atrevido jacarandá debajo el cual estaciona, le deposita en el capot. Tanto es el empeño que José le pone a esta tarea, que su joven pareja ya evidencia en el rostro signos de estar por caer en la tentación de ponerle cuernos, al sentirse desplazada por este intruso mecanizado.
Y no crean que me olvidé del tema patriótico, para nada: el hecho es que mi vecino cuando la Selección Argentina , ganó el primer partido frente a Nigeria colocó una hermosa banderita argentina en su amado vehículo, y cintitas azules y blancas luego de Corea , Grecia y México, como una forma de manifestar su entidad argentina, hecho que fue imitado por miles y miles a lo largo de toda la república. Pero, apareció Alemania en el camino y desaparecieron las banderas de inmediato. Incluso hoy que es nueve de julio, día de la Independencia, no hay banderas argentinas a la vista. Desde mi ventana puedo observar el auto del vecino huérfano de banderas y cintas.
En las celebraciones por los parciales triunfos de la Selección, las banderas argentinas, escudos y escarapelas, tuvieron sus días de gloria y fervor patriótico, Maradona volvió a ser más importante que Francisco Narciso de Laprida, Diputado por San Juan, y Presidente de la Asamblea que declaró la Independencia Argentina en 1816, al punto tal que nuestra PresidenTE, luego de la derrota, lo animó públicamente al exclamar: Claro que si, aguante Maradona.
Algo que queda minimizado ante la propuesta de un legislador porteño que ha lanzado la idea (?) de erigir en la ciudad de Buenos Aires un monumento a Maradona. Se imaginan si hubiera ganado el mundial ? Ya es un dios pagano para muchos, así que de haber logrado esa conquista se hubiese convertido en la Santísima Trinidad.
Y esto sería el “ Chovinismo o chauvinismo”, según le plazca, que es la creencia narcisista próxima a la paranoia y la mitomanía de que lo propio del país, o región, al que uno pertenece es lo mejor en cualquier aspecto. Ergo: Maradona.
De acuerdo a la versión de Mariano Arnal el “Chovinista es el que además de hacer del patriotismo (cuyo nombre más actual y moderno es el de nacionalismo) su señal única de identidad y por tanto de diferenciación y distinción, da muestras en el tema de un profundo papanatismo y se maneja intelectualmente con los clichés que grabó en su mente, sin reflexión alguna; hasta el punto de que cuando ya han caído el ídolo y la doctrina en que se sustentaba su patriotismo (léase también nacionalismo), sigue en ellos sin enterarse de que se ha quedado colgado de la brocha.”
Cuando Maradona astutamente pronunció la fallida frase: el que venga que siga este camino (sería bueno tomar otro, y que pase lejos de Alemania) esbozando un tímido renunciamiento a su cargo de DT. en Buenos Aires aparecieron carteles con esta leyenda:
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