Por Noelia Aparicio
Me fui del Festival de Cine de San Sebastián muy orgullosa del cine patrio que había visto, y debo decir que, a priori, no confiaba demasiado. La Concha de Oro a Isaki Lacuesta y la de Plata a María León como Mejor Actriz, confirmaron mis sensaciones… Lástima de Coronado, que se quedó sin. He aquí mi resumen:
Empezaremos, pues, por la ganadora. “Los pasos dobles”, de Isaki Lacuesta, que se inscribe en ese abismo de etiquetas en el que cualquiera sirve y ninguna es la correcta. Cine documental, falso-documental, de aventuras, tragicomedia… A mí me gustó, porque es una película diferente, que te hace reír y emocionarte, que presenta una historia apasionante, con unos personajes originales y auténticos, con un Miquel Barceló grandioso y una banda sonora que resume a la perfección mis sensaciones sobre el film: entre el pasodoble y el spaggetti western, con toques de música clásica…
“No habrá paz para los malvados”, de Enrique Urbizu, es una película de género magistralmente bien hecha. Cine Negro con más de una pincelada de Thriller. Emocionante, repulsiva, con grandes dosis de intriga y de acción, realista, con un gran ritmo en la narración y un guión atado y bien atado… ¡Ah! Y con un José Coronado increíble. Si no le dan el Goya, es que alguien se lo roba.
Eso sí, por favor, que Helena Miquel se dedique a hacer música, porque está claro que lo de actuar, no va con ella… Mi absoluta devoción a Javi de “Verano Azul”, el policía de España.
“Intruders”, de Juan Carlos Fresnadillo, da miedo. Miedo al miedo a tener miedo… Y así, eternamente. Una película sin grandes pretensiones, ni grandes presupuestos, pero muy efectiva. Con dos historias paralelas, muy diferentes pero muy iguales, que se entrelazan en un giro de guión bastante bien ocultado hasta el final. La mezcla de idiomas se lleva bien, la ambientación es estupenda y los actores también. Eso sí, si no te gusta el cine de misterio y fantasía, más vale que te quedes en casa…
Y mi preferida, “La Voz Dormida”, de Benito Zambrano. Reconozco haber llegado al cine con mucho miedo y expectación, porque adoro el libro de Dulce Chacón y temía, aunque también dudaba, que Zambrano no hubiese sabido estar a la altura. Miedo infundado, por supuesto. Puedo asegurar, y aseguro, que “La Voz Dormida” es la película más bonita que he visto en meses, que tooooooooodo el Kursaal en pleno salió llorando de la sesión (hombres, mujeres, viejos, no tan viejos, jóvenes y no tan jóvenes… ¡todos!), que el guión adaptado es magnífico, que la inocencia y la pureza de la protagonista me hicieron envidiarla y que si no vas al cine a verla, estás cometiendo un error enorme. Mi más entusiasta aplauso a las dos protagonistas (a las dos, que conste) y a todos los secundarios. Nada ni nadie chirría. Los actores, la cámara, la sensibilidad en la mirada, en las palabras, la historia… Maravillosa.