Finaliza la novena edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla. El palmarés completo puede consultarse aquí.
No puedo juzgar el palmarés principal ya que no he visto todas las cintas participantes. En su día envié mis datos desde la web del festival para ser inscrito como “profesional” pero nunca se pusieron en contacto conmigo. Por tanto, he asistido a los pases abiertos al público. Sin acceso a los pases de prensa, y sin que se me dé demasiado bien el don de la bilocación, sólo he podido ver algunas de las películas de la sección oficial, alguna de la sección donde se incluían las recomendaciones de la Academia de Cine Europeo, algunas de la sección Las nuevas olas, y alguna de las Special Screenings. Y me he quedado con ganas de haber explorado la sección Eurodoc, y, por supuesto, haber disfrutado del ciclo de Agnés Varda. Ya tuve ocasión de conocer algunos de sus documentales en la edición del 2004, y quedé fascinado.
Esto provoca la primera de mis reflexiones: ¿dura el festival suficiente?
Sí, lo sé. No anda el hecho cultural como para que exijamos a las autoridades públicas y a los escasos y renuentes patrocinadores privados más dinero. Aun así, no olvidemos que este año se han superpuesto dos eventos, en parte. El fin de semana que comenzó el festival estaba en marcha el EBE2012. Habrá expertos en estos temas a quienes podemos preguntar, pero me extrañaría que el target de público de ambas citas sea tan diferenciado. Por tanto, para ediciones siguientes, sería necesario retrasar el festival unos días, y que se mantuviera contacto, desde el ayuntamiento, con los organizadores del EBE, para que se conozcan las fechas lo antes posible, y así establecer un calendario. No puede ser que haya pocos eventos culturales en Sevilla, y que, luego, en ciertos momentos, los que haya se “pisen”.
Otra cuestión que afecta a la duración es si debiera incluir uno o dos fines de semana. Este último sábado se notaba una mayor afluencia de público, y pienso que es una ocasión perdida que no se haya extendido hasta el domingo. También podría jugarse con la información del palmarés. Una vez que se informara del mismo, tal vez las películas ganadoras merecerían un pase más, para que, quien no la haya podido ver, se acerque al cine. Las decisiones de un jurado siempre generan polémica, pero, al tiempo, curiosidad. Quizá un espectador que no se interesara a priori por la sección Eurodoc, por ejemplo, optaría por conocer, cuando menos, cuál es la que un jurado ha decidido que es el mejor documental de la edición. Lo mismo, con cualquier otra sección secundaria.
Una sesión “extra” ya se añadió, con el caso de Amour (Michael Haneke, 2012). Me parece una buena idea que la organización tenga esa capacidad de reacción, a la vista de que una película tiene tan buena recepción. Para un próximo año, sin embargo, tal vez valga la pena exprimir los medios para que haya ese día extra, donde sea posible comprobar la lista de los ganadores.
Esto sucedido con Amour también ofrece lecturas productivas. Esta cinta, es un hecho, ya tiene distribución en España. Es decir, quien quisiera disfrutarla, sólo tenía que esperar su estreno nacional. Y lo mismo sucedía con algunas otras películas. ¿Por qué entonces, toda esa gente que quería verlas ya? Por una parte, estaría el tema económico. Los precios del Festival de Cine Europeo de Sevilla es probable que sean de los más bajos. Tres euros, si uno optaba por entradas individuales, pero con los abonos, la cosa salía por 2,5 (20 euros por 8 películas). Esto es menos de lo que cuesta la visión online de cualquier plataforma digital. Además, con los datos que confirmaran que la persona estaba desempleada, el abono se reducía hasta los 16 euros.
Tal como está la situación de muchos (jóvenes y no tan jóvenes), era muy atractiva la posibilidad de ver Amour o Reality a esos precios, antes de que la distribuidora la proyecte en más salas, ya con los precios usuales, que alcanzan casi a triplicar la cantidad. Además, Sevilla no es Madrid o Barcelona: los estrenos en versión original, las películas que no sean de Estados Unidos, sólo tienen el cine Avenida. Es posible que algunas de las obras mostradas se abran más al concepto “comercial”, y que, si se doblan, llegen a otros cines. Quizá suceda con A Royal Affaire o The Hunt. No muchas más.
Luego está la idea de “evento” que hace el acto de ir al cine una cita social más obligada. Leo por ahí que en Madrid ya está en marcha una iniciativa en la que un cine vende entradas para un film que permanece “oculto” hasta que se apagan las luces de la sala. No es mala cosa retornarle al cine esa característica perdida, cuando era parte habitual de las actividades de ocio de la gente. Mientras está en marcha el festival sumarse al debate, escribir tweets o posts, tiene un encanto diferente.
Aparte estaría el tema de cuál es el alcance que desea el Festival de Cine Europeo de Sevilla. Ya hace nueve ediciones, y su aparición en los medios tradicionales es relativa. Tiene, claro, presencia en los periódicos o publicaciones locales, pero menos en los nacionales. En verdad, es comprensible. El festival se suple de cintas que han podido verse en los “grandes”, como Berlín, Venecia o Cannes, que se supone que los críticos y especialistas han cubierto con anterioridad. Pero ahí tenemos un matiz: “se supone”. Con Boyero con su (siendo amables) peculiar forma de asumir su profesión cuando es enviado a dichos festivales, y con otros periódicos dedicando cada vez menos dinero y personal a estos temas, tampoco es extraño que no se envíe a nadie a cubrir el de Sevilla... aunque tampoco hubieran mandado a nadie para esos otros festivales. En su lugar, tenemos las publicaciones pequeñas, como Fila Siete (que de todas maneras, también es local), o las que existen on-line, como la Revista Magnolia. Frikarte y Nosologeeks también han tenido personas viendo películas, pero sin exhaustividad. Sin duda la mejor cobertura del festival la ha realizado (y ya son varios años) el Diario de Sevilla, que, en esto de la norma de los periódicos y cómo abordan la crítica de cine, son una excepción. Tampoco es que el truco sea tan difícil: se trata de que confían esto a personas con probados conocimientos sobre cine. La revista Magnolia también ha hecho un seguimiento serio. Si se me escapa algún otro medio, pueden corregirme en los comentarios.
¿Es esto poco, mucho? Tal vez la respuesta dependa de esperar a que ese universo de las webs o las revistas on-line ganen relevancia, crezcan, tengan ingresos, y, por lo tanto, sean más profesionales. Hasta que suceda esto, los que participan en estas incipientes publicaciones no podrán enviar, desde Madrid, desde Barcelona, a nadie, con los gastos pagados a Sevilla y al Festival. Si los críticos/analistas lo son como trabajo secundario, una semana laborable impide que el seguimiento sea completo. Otro aspecto relacionado en esto del "impacto" es si las películas ganadoras en el festival tienen facilitado su camino posterior a la hora de llegar al resto del país. En anteriores años, algunos de estos premios han ido para la distribuidora española. Puede que la información, a día de hoy, no esté aún completada, en la web del festival, porque no me queda claro si este importe ha sido eliminado. Según esta otra página, no.
En un mundo ideal, los premios deberían también otorgarle dinero al director y a la productora, pero, siendo menos ambiciosos, al menos una ayuda a la distribuidora parece lo mínimo. Ahora bien, también habría que tomar en cuenta qué películas, de cada sección, ya tienen distribuidora y cuáles no. En el segundo caso, el dinero sería aún más obligatorio. De este modo, con ese importe (25.000 euros se daba otros años, tampoco hablamos de grandes cantidades) una película sin distribución podría atraer el interés de distribuidoras españolas que aún no se haya decidido. Esto aseguraría ese otro tipo de impacto, porque una ganadora, de cualquier premio del festival, que luego no tenga recorrido, tiene poco sentido.
Repasando las películas principales de esta edición, veamos cuáles tienen distribución:
Giraldillo de Oro: Eat Sleep Die (Gabriela Pilcher, 2012) Sin distribución española. Si se confirma que se sigue dando el premio en metálico para la distribuidora española que se interese, el sentido de estos premios y el festival se probaría.
Giraldillo de Plata: Boy eating the bird´s food (Ektoras Lygizos, 2012). Sin distribución española. Si este segundo premio también incluye dinero para el director y/o la productora sería aún mejor. Lygizos comentó que el film lo realizaron con lo justo, y casi por su cuenta y riesgo. Un galardón que premie una apuesta de forma económica también puede ser un posible objetivo a tenerse en cuenta.
Premio especial del Jurado: Reality (Matteo Garrone, 2012). Según parece, no tiene recompensa monetaria. Pero esta cinta ya tenia distribuidora española. De hecho, se ha estrenado este fin de semana del 10-11 de Noviembre por Wanda Films. No puedo saber con seguridad si la coincidencia de fechas es intencionada. Si una distribuidora ya estima que preestrenar en el festival, creyendo en que el mismo relanza su estreno, es buena noticia.
Giraldillo sección Eurodoc: Ex-aequo para Leviathan (Lucien Castaing-Taylor y Verena Paravel, 2012) y Mapa (León Simiani, 2012). En esta sección, la ayuda económica se antoja aún más fundamental: no es el documental un formato con facilidades para que llegue al público. No encuentro información que especifique si este año ha tenido o no recompensa de esta clase. Mapa ya tiene distribuidora española: Avalon.
Premio Eurimages a la mejor coproducción europea: Ex-aequo para Sister (Ursula Meier, 2012) y Paradise: Faith (Ulrich Seidi, 2012). Supongo que de haber premio en dinero, el origen no sería el festival en sí, sino el programa Euroimages. En todo caso, Paradise: Faith ya tiene distribuidora española: Golem (aunque su web por ahora no informa de para cuándo será su estreno). En cambio, no la tiene Sister. Puede que el premio haga que alguna se anime.
Giraldillo Junior: El corazón del roble (Ricardo Ramón y Ángel Izquierdo, 2012). Lo mismo. No encuentro datos sobre si el premio incluye dinero para la distribuidora. Por cierto, que esta sección puede que tenga menos aprecio por la crítica oficial, pero puede tener mucho futuro. La animación europeo debería apoyarse entre sí.
En esto influye, a su vez, los cines elegidos para el desarrollo del festival. Puede que la mudanza al centro (y de eso habla aquí) tenga cierta justificación, por aquello de que el festival busque su “público natural”. En todo caso, esto sería debatible ya que no veo tan claro que ese público habite en el centro, y ese dato es clave si nos referimos a que la mayor parte del festival es en días laborables. Es decir, quizá la gente que vaya a la Alameda sea más afín a este tipo de cine, pero lo harán en fin de semana. Lo cierto es que durante 8 años la cita en el Nervión Plaza ha funcionado bastante bien. Puede que la mudanza también haya tenido que ver con la obsesión de este ayuntamiento (aunque en realidad, de todos los que pasan por allí, sean del PP o del PSOE) por contentar a los comerciantes del centro. Quién sabe. También puede haber influido que se haya usado el hotel NH Plaza de Armas, cercano a dos de las sedes.
Sea como fuera, yo encontraba una ventaja que tantas salas con cintas del festival estuvieran unificadas. Te ahorraba tiempo. Salías de una sesión, y podías ir a la siguiente, sin tantas prisas. En esta ocasión, aunque las distancias no eran tampoco lejanas, sí que, dependiendo de dónde tenías la próxima película, tenías apenas tiempo para caminar hacia allí. A veces, impidiendo una cena, unas tapas, en algún bar, si la sesión era ya la última. Además, si la memoria no me traiciona, el Nervión Plaza ofrecía más sesiones matinales, algo, por cierto, que se ha echado en falta en esta edición, y eso que ha incluido dos sábados y un domingo.
Como no podemos saber si la vuelta a aquel cine es posible, o si esta mudanza depende de todos esos factores (políticos o de infraestructura), entonces insisto en que se contemple la posibilidad de más días. O más sesiones, en los cines del centro: ¿es obligatorio que se empiece a las cinco de la tarde? Una sesión a las cuatro adelantaría el final de la jornada y tal vez hasta cupiera alguna cinta más, por la noche.
Una última sugerencia va simplemente a persistir en algo ya hecho: los encuentros con los directores. No hay nada mejor para quitarle el aura, mezcla de papatanismo y lejanía, del cine de autor que un público variado que tenga la oportunidad de preguntarle al autor de forma directa. Son personas a las que de veras les preocupa también las inquietudes, dudas y problemas que sus películas generan en los espectadores. Puede que sea exigirle demasiado a estos directores que estén en todas y cada una de las sesiones, aunque que se aumenten un tanto, sin llegar al extremo, sería de agradecer. Todo lo reseñado no hace que el Festival de Cine Europeo de Sevilla 2012 no haya sido un paso más a un acontecimiento con cada vez más seguidores en la ciudad. De momento, y con la coyuntura que tenemos, es bastante.