En el país de los ciegos el tuerto es el rey. El hecho de empezar con este refrán el repaso a 9 días de cine se debe a dos motivos. Para empezar, esta crónica se va a quedar un poco coja ya que este que escribe no pudo aterrizar en San Sebastián hasta el domingo 22, de modo que no hemos podido ver, como nos hubiese gustado, todas las películas de la Sección Oficial a concurso, así que no hemos podido usar, metafóricamente, los dos ojos para escudriñar y obtener un criterio completo, tan solo el del 70% de los trabajos presentados. El haber podido asistir a pases previos en Madrid, no obstante, nos ha permitido percibir los largometrajes de dos maneras diametralmente opuestas. Hemos podido juzgar algunas obras, como La hija de un ladrón, individualmente, por separado y de la forma más objetiva posible, y el resto, de la manera tan sesgada como se ven en los festivales de cine, con el cansancio y el sueño acumulado y entre otros trabajos, que al ser de pésima calidad, como muchos de los que este año han tenido a bien incluir en la categoría reina, hacen parecer a los filmes mejores de lo que realmente son. Y aquí es donde hace su entrada la segunda razón por la que la frase inicial resulta pertinente. Ante la abundancia de mediocridad lo medianamente pasable termina pareciendo algo sublime. De modo que, entre tanto ciego, quien por lo menos puede ver por su único ojo se convierte en alguien excepcional, siendo este el caso, para gran parte de la crítica aquí presente, de la película antes mencionada.
En cuanto a nuestro criterio sobre lo que hemos visionado, la Sección Oficial, a falta del palmarés, que en el momento de escribir estas líneas todavía no se ha dado a conocer, lo más destacado lo forma un variopinto triunvirato. La dureza y el drama del cine vasco que cuenta una historia profundamente andaluza y enraizada en la Guerra Civil y que se prolonga durante la dictadura franquista en La trinchera infinita; un trasunto de El Padrino y Un profeta, con relaciones familiares de por medio y las luchas de poder en las favelas de Río de Janeiro al final de los Juegos Olímpicos de 2016 con el título de Pacificado y, por último, la comedia loca, desenfadada, capaz de convertir a la persona, al escritor Michel Houellebecq, en un personaje en las antípodas de su personalidad, con grandes dosis de auto parodia y una buena inyección de ironía pasada por las aguas termales de un balneario llamado Thalasso. De aquí deberían salir, además de la Concha de Oro, gran parte de los premios importantes, con la salvedad de que no podemos incluir trabajos al parecer notables, según las opiniones de colegas próximos, que se proyectaron los dos primeros días de festival como Próxima o La audición.
Tres premios Donostia: el maestro del cine político, Costa-Gavras; el actor todoterreno que no ha parado de rodar desde que comenzó su carrera en los años 60, Donald Sutherland, y la actriz española más internacional y musa del cartel de este año, Penélope Cruz (grandioso momento la entrega de su farola de la Concha por parte de Bono de U2). De ellos dos (los intérpretes) hemos podido disfrutar de sendos thrillers diametralmente opuestos pero muy interesantes, Una obra maestra, en el caso del canadiense, y La red avispa, en el que la de Alcobendas demuestra su versatilidad al adoptar un muy conseguido acento cubano.
Todo esto coronado por una selección de Perlas totalmente variopinta e internacional entre las que han destacado la ganadora del Premio del Público Especiales, un drama social basado en hechos reales de los directores de Intocable; Sorry we missed you, del siempre reivindicativo Ken Loach, Premio Europeo del Público; la sutileza de Retrato de una mujer en llamas, el hermoso y emotivo drama familiar Hasta siempre, hijo mío, el amor de un padre por su hija en la distópica La luz de mi vida y el cuento de hadas hecho manga del ya habitual Makoto Shinkai, Whethering with you. Coronadas todas ellas por una auténtica joya, la sorprendente última Palma de Oro en el Festival de Cannes y una de las favoritas en los próximos Óscar, Parásitos. Y, para culminar la faena, por primera vez una película sorpresa, Joker, que venía con el León de Oro de Venecia bajo el brazo, con un trasfondo social muy potente y un Joaquín Phoenix inconmensurable y que ya huele a Óscar.
COMENTARIO AL PALMARÉS
Como ya destacábamos anteriormente, en párrafos escritos sin conocer todavía el fallo del jurado, esta ha sido una edición en la que dos trabajos han destacado tremendamente por encima del resto y el jurado así lo ha entendido multipremiando su valía.
La gran triunfadora, Pacificado, favorita de este cronista, ha acaparado, con todo merecimiento la Concha de Oro. Su mirada sobre el drama que sucede a diario en las favelas de Río ha seducido a un tribunal que además ha reconocido su fotografía y el trabajo inconmensurable de Bukassa Kabengele, en un papel que transmite, como antes comentábamos, el carisma de películas como El Padrino o Un profeta.
No se ha quedado atrás La trinchera infinita. La terna formada por Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga ha conseguido el galardón a la mejor dirección y el texto, coescrito por este último junto a Luiso Berdejo, que relata una experiencia basada en los casos reales de los llamados topos durante la Guerra Civil y la dictadura franquista, se ha alzado con el trofeo al mejor guion. Amén del FIPRESCI de la crítica internacional y el Feroz Zinemaldia que concede la prensa española, el Irizar al mejor filme vasco y el premio del cine vasco al mejor guion que hacen que la cuenta llegue a los seis premios en total.
Es una lástima pero, como comentamos antes, no pudimos ver el trabajo de Nina Hoss, mejor actriz en La audición, aunque totalmente acertado como hemos podido recabar. Lo ha recibido ex aequo junto a Greta Fernández, estupenda en la desigual La hija de un ladrón, sobre sus hombros descansa el peso de toda la película. Una pena también no haber podido juzgar Próxima, Premio Especial del Jurado sobre el que también había consenso entre la prensa aquí destacada.
No queremos acabar sin mencionar el Premio RTVE-Otra Mirada, que premia un cine que trate de temas cercanos al mundo femenino; dirigido, interpretado o escrito por mujeres o también por hombres que muestren, en sus películas, una especial sensibilidad por el citado mundo de la mujer. Este año el galardón ha recaído en La ola verde (que sea ley) de Juan Solanas, acerca de la legislación sobre el aborto en Argentina.
En esta edición donde el tuerto es el rey en el país de los ciegos, el jurado, presidido por el cineasta irlandés Neil Jordan, ha sabido mirar en la dirección adecuada. Bien fallado e igualmente recibido palmarés el de este Zinemaldia 2019. Esperamos ya con ganas la edición de 2020 donde ansiamos una selección que eleve el escaso nivel desplegado este año en la Sección Oficial a concurso.
PALMARÉS
Concha de Oro: Pacificado, de Paxton Winters.
Premio Especial del Jurado: Próxima, de Alice Winocour.
Concha de Plata a la mejor dirección: A. Arregi, J. Garaño y J. M. Goenaga, por La trinchera infinita.
Concha de Plata a la mejor actriz: ex aequo Greta Fernández, por La hija de un ladrón y Nina Hoss, por The Audition.
Concha de Plata al mejor actor: Bukassa Kabengele, por Pacificado.
Mejor guion: Luiso Berdejo y Jose Mari Goenaga, por La trinchera infinita.
Mejor fotografía: Laura Merians, por Pacificado.
Premio Nuevos Directores: Algunas bestias, de Jorge Riquelme Serrano .
Mejor película de Horizontes Latinos: De nuevo otra vez, de Romina Paula..
Premio Zabaltegi – Tabakalera: Ich War Zuhause, aber, de Angela Schanelec.
Premio del Público: Especiales, de Olivier Nakache y Éric Toledano.
Premio del Público Europeo: Sorry we missed you, de Ken Loach
Premio de la Juventud: Las buenas intenciones, de Ana García Blaya .
Premio FIPRESCI: La trinchera infinita..
Premio La otra mirada: La ola verde, de Juan Solanas.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos
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