En un lugar perdido de los Monegros, la mirada del conductor del autobús de Therpasa que va a devolver a los participantes de Nowhere a la civilización es un poema. Como si no hubiera sido suficiente conducir por caminos de tierra llenos de baches, ahora ve impotente cómo el polvo que la gente desprende invade su autobús. Sin embargo, no puede dejar de sorprenderse de los atuendos extravagantes de esas gentes y las muestras de afecto nada pudorosas que se suceden. Según se acerca el adiós, las bromas y las sonrisas dejan paso a lágrimas de emoción que aparecen en las caras por despedirse de una experiencia tan intensa como especial.
Seguramente la pista anterior no te transmitió una imagen muy nítida de cómo es aquello.
Imagina un grupo de personas reunidas frente a una tarta de chocolate a las seis de la mañana haciendo profundos comentarios sobre la obra de Nietzsche mientras una pantera rosa les pide fuego y sigue su camino. Mientras tanto, un abundante grupo de personas escala una red de circo donde en una esquina se lee "no subir más de tres a la vez". Unos minutos después, los compañeros de la pantera, un tigre y un oso panda, se dirigen en ambulancia al hospital más cercano (este hecho provocó la primera mención de Nowhere en el Heraldo ). Pero nada se para, varios voluntarios se pasean al alba entre la muchedumbre deshidratada que espera el amanecer repartiendo agua pagada con efusivos abrazos eclipsados por el sol cuando asoma por el horizonte. Ento nces se escucha un grito unánime, seguido de tambores. Los que sí durmieron se despiertan ahora para acudir a una sesión de yoga. Más tarde se acercan a la carpa central bautizada como Middle of Nowhere, para leer que hay programado un baño de barro colectivo. Llega la hora de comer y aquéllos que tienen barrio, campamentos colectivos donde se organiza comida, agua y duchas, acuden a ellos.
Un poco de historia
Burning Man puede que sea una simple fiesta de hippies o tal vez un salto cualitativo en el ocio y arte postmodernos. Quizá ambas cosas. Sea lo que sea, la semilla se plantó en los años 80 en California. La palabra festival se queda corta para abarcar todas las dimensiones este encuentro anual que tiene lugar cada año en el desierto de Nevada, un lugar totalmente vacío y yermo que paradójicamente sirve de lienzo perfecto para que germine el arte y la expresión humana más libre de ataduras sociales y culturales. La mayoría viene de California, pero también abunda quien se cruza el planeta para no perdérselo. Cada año se forma una comunidad temporal durante una semana que supera las 70.000 personas.
Algunos ingleses, habituales , decidieron hace unos años plantar su esqueje de Burning Man en tierras más próximas como otros lo hicieron en otros lugares del planeta como Japón, Australia o Sudáfrica. Aunque Grecia, Almería y las Bardenas (donde se llegó a celebrar por vez primera) estuvieron en la quiniela, finalmente una pareja de Madrid, Enrique Recio y Carlota Nelson, señalaron el lugar indicado: nuestro desierto de los Monegros fue donde finalmente brotó lo que hoy se conoce como Nowhere. Y con la de 2015 ya son once ocasiones las que ha tenido lugar.
Muy cerca pero muy lejos
A pesar de tener lugar en Aragón, el primer año que participé en Nowhere en 2010 yo fui el único aragonés que participó y sólo porque tuve la suerte de enterarme por pura casualidad. De hecho, la mayoría de los participantes son extranjeros y la lengua que domina es el inglés. Hoy en día somos muchos más locales, pero los españoles no pasan del 8%. La mayoría proviene de Reino Unido y el resto de Alemania, Italia, Francia, Holanda. Algunos incluso vienen de Estados Unidos solo para participar en Nowhere. No es fácil entender que merece la pena comprar una entrada meses antes, organizarse para comprar y llevar víveres y agua para una semana y sobre todo, parece difícil de entender por los lugareños la necesidad de pasar una semana en el desierto de Monegros en mitad de julio.
El significado de Nowhere -ninguna parte- ya deja entrever que el sitio donde tiene lugar no es importante sino lo que allí sucede. En realidad, Nowhere podría mudarse a cualquier otro lado (y de hecho es una posibilidad) y salir intacto. Las raíces de Nowhere no se nutren del territorio sino de la comunidad . Simplemente, hemos tenido la suerte de que ha caído cerca. Y ha pasado casi desapercibido hasta ahora, pues las dimensiones del evento (1.500 personas) son cada vez más difíciles de ocultar generando cada vez más rumores sobre este festival.
¿De qué trata Nowhere?
Sospecho que te estarás preguntando si no es hora a estas alturas del artículo de que empiece a explicar de qué trata Nowhere. Esta cuestión no es nada fácil de contestar: no hay publicidad, no hay programa, no hay bandas famosas de música, no hay artistas invitados... pero intentaré ofrecer suficientes pistas para poder hacerse una idea aproximada, aunque nunca se acercará a la experiencia subjetiva de vivir en esta comunidad cinco intensos días de sol, polvo, tormentas y viento.
Algo tan simple pero tan difícil como ser uno mismo, libre de miradas y comentarios que juzgan, es mucho más sencillo dentro de la cultura "burn" que Nowhere ofrece. Se nos brindarán oportunidades para realizar cosas que nunca nos habíamos planteado. "¿y por qué no?" Muchas veces no se nos ocurrirá una buena respuesta, lo que puede provocar que uno se atreva a hacer cosas que nunca antes había hecho.
Los principios
Nowhere se rige por unos principios, a modo de constitución. A saber:
Autoexpresión: Nowhere permite que seas tú mismo, ni más ni menos.
Autosuficiencia: comprar una entrada no da muchos más derechos que poder participar y usar los baños. Nadie es responsable de ti y no hay libro de reclamaciones.
No hay comercio: puedes dejar tu cartera en lugar seguro porque no la vas a necesitar durante seis días. Excepto para comprar hielo.
No dejar rastro: los son una comunidad responsable que sabe recoger hasta la última colilla y hace un esfuerzo por no dejar residuos.
Participación: no es lugar para mirones: hay que mancharse las manos, involucrarse y participar. Nowhere está organizado por voluntarios
Economía del regalo: no puedes comprar, incluso intercambiar no está bien visto, pero regalar es otra historia. Desde champán hasta un masaje, todo se ofrece entre completos desconocidos.
Cooperación: otra forma de ver Nowhere es como una sofisticada fiesta muy bien autogestionada. Todos se implican más o menos en las muy diferentes tareas organizativas que Nowhere ofrece.
Comunidad: una comunidad paralela, postmoderna y que se reúne al menos una vez al año, en el que los sienten que pertenecen a una comunidad.
Aquí y ahora: Now-here es la otra forma de leer Nowhere. No por casualidad la gente se olvida de sus pantallas durante una semana; lo importante es el aquí y ahora.
Inclusión: todas las personas que observen los anteriores principios y puedan pagar una entrada están invitados.
La comunidad
Nowhere es intenso. Conlleva una exigencia logística, emocional, física y mental que provocará altibajos de ánimo: encuentros mágicos que se desvanecen en la liquidez erótico-afectiva; viajes psicodélicos que pueden acabar en el puerto equivocado; euforia truncada por una insolación o algún virus, todo ello aderezado por altísimas temperaturas, chaparrones, vientos huracanados y tormentas de arena.
Para aliviar las situaciones difíciles que pueden darse, la comunidad ofrece una carpa abierta las veinticuatro horas donde se ofrece un té y conversación reconfortante. Otra carpa bautizada como Welfare enough se encarga de la gente que por una u otra razón no se encuentra bien y de las emergencias médicas. La caseta de brinda información orientada al uso más responsable y consciente de sustancias psicoactivas. Voluntarios llamados deambulan todo el día y noche ofreciendo agua a quien parece necesitarla. Además, se ha editado la " Guía Supervivencia Emocional " de Nowhere, que aconseja cómo procesar la experiencia de manera airosa.
Por cierto, todo el mundo paga la entrada. No hay organizadores por un lado y público por otro, sino que todos participan en mayor o menor medida. Se espera que los participantes se apunten a turnos para estar en la puerta, hacer de traductores, organizar los autobuses, ser o y un largo etcétera. Una junta formada por un puñado de personas que viven en diferentes partes de Europa toma las decisiones importantes procurando tener en cuenta a la comunidad. Por primera vez, este año se ha contratado a una persona para ayudar a gestionar y coordinar el evento ya que las dimensiones del mismo cada vez son más difíciles de cubrir sólo con voluntarios.
La mayoría de las personas se organiza en campamentos llamados barrios que agrupan de 20 a 100 personas. Los barrios ofrecen sombra, agua, comida, ducha a los suyos y dan fiestas o talleres para toda la comunidad. Los que no tienen barrio pueden acampar por libre, lo que será más barato pero mucho más duro, teniendo en cuenta que no se puede comprar nada en el festival.
Un poco de arte e innovación
Parte del dinero de las entradas va a financiar proyectos de arte e innovación con un sistema de becas. Los proyectos artísticos, que han de ser siempre participativos, llenan el espacio central de Nowhere de creatividad. Desde una casa de muñecas diabólica hasta un enorme campo de cereales luminoso, no hay límites. El proyecto más popular del año pasado es el siguiente panel, accesible a todo el mundo para que escriba lo que quiera en letras gigantes.
Las becas de innovación financian proyectos que prometen hacer Nowhere más eficiente y sostenible. Desde un horno solar a un filtro que convierte en potable el agua gris de la ducha. Un intento de contener el despilfarro de recursos que a menudo supone traer un contenedor desde Londres para una sola semana.
Si te ha picado la curiosidad aún estás a tiempo de participar en la próxima edición. Las fechas son en julio de 2016.
Por cierto, la música que predomina es la electrónica pero seguro que hayas entendido que eso es lo de menos.
Agradezco la contribución de Sandra Romero, Antonio Mozota y Julia González a este artículo.