Es la talla de la imagen, cuya noticia se hace notar ya en 1315, la que da inicio a la leyenda de su aparición. Ella, "Estrella de los mares", es probable que quisiera arribar a nuestra costa para ejercer su cometido entre las gentes de este Pueblo suyo, del cual habría de ser su Mediadora y Servidora ante su Hijo. Gentes, las más pescadores y marineros; peregrinos de sudores, estelas y espumas salobres; que pudieran encontrar en Ella el consuelo necesario y la firme esperanza de una vida confiada a su amistad e intercesión… Su talla es de la que se entronizaban como protectora a bordo de las naos como "virgen de galeón", y pudiera ser el pecio feliz y resto preciado de algún navío naufragado, después de haber dado a la costa de estos lugares, en los peligrosos estratos salientes del cretácico. Entre las rocas o arenas de la isla sería encontrado este tesoro, donde habría de tomar asiento sin querer salir de ella, a pesar de la cercana y segura campa del Rostrío, cual si su solitaria isleta fuera nave varada. Aquí su imagen sería la capitana, para acoger y guiar a sus devotos desde hace ya siete siglos.Hacia sus ojos misericordiosos vuelven los suyos sus hijos de generación en generación, cuando la contemplan serena y majestuosa en su talla desde la que nos muestra a su Hijo que nos preside y bendice, para que se alcancen los dones y promesas que fortalecen… La imagen de la Virgen es de talla gótica (siglos XIII/XIV), y conserva la tradición iconográfica del período románico. Su figura sedente en un sitial bajo, con el Niño sentado sobre sus rodillas en la parte central, mide 55 centímetros. Tallada en madera de una sola pieza, la cara de la Virgen es redonda, con la cabellera negra distribuida en dos guedejas onduladas que le caen sobre los hombros. Su Hijo, bien proporcionado, sostiene en su mano izquierda la esfera del mundo mientras la derecha se eleva en disposición armónica de bendecir. La base del trono de 1,5 cms. de altura es añadido posterior.
Es la talla de la imagen, cuya noticia se hace notar ya en 1315, la que da inicio a la leyenda de su aparición. Ella, "Estrella de los mares", es probable que quisiera arribar a nuestra costa para ejercer su cometido entre las gentes de este Pueblo suyo, del cual habría de ser su Mediadora y Servidora ante su Hijo. Gentes, las más pescadores y marineros; peregrinos de sudores, estelas y espumas salobres; que pudieran encontrar en Ella el consuelo necesario y la firme esperanza de una vida confiada a su amistad e intercesión… Su talla es de la que se entronizaban como protectora a bordo de las naos como "virgen de galeón", y pudiera ser el pecio feliz y resto preciado de algún navío naufragado, después de haber dado a la costa de estos lugares, en los peligrosos estratos salientes del cretácico. Entre las rocas o arenas de la isla sería encontrado este tesoro, donde habría de tomar asiento sin querer salir de ella, a pesar de la cercana y segura campa del Rostrío, cual si su solitaria isleta fuera nave varada. Aquí su imagen sería la capitana, para acoger y guiar a sus devotos desde hace ya siete siglos.Hacia sus ojos misericordiosos vuelven los suyos sus hijos de generación en generación, cuando la contemplan serena y majestuosa en su talla desde la que nos muestra a su Hijo que nos preside y bendice, para que se alcancen los dones y promesas que fortalecen… La imagen de la Virgen es de talla gótica (siglos XIII/XIV), y conserva la tradición iconográfica del período románico. Su figura sedente en un sitial bajo, con el Niño sentado sobre sus rodillas en la parte central, mide 55 centímetros. Tallada en madera de una sola pieza, la cara de la Virgen es redonda, con la cabellera negra distribuida en dos guedejas onduladas que le caen sobre los hombros. Su Hijo, bien proporcionado, sostiene en su mano izquierda la esfera del mundo mientras la derecha se eleva en disposición armónica de bendecir. La base del trono de 1,5 cms. de altura es añadido posterior.