Si a la arquitectura típica (muchas casas son muy antiguas, la nuestra es de 1890 en origen, con sus múltiples reformas para conservarla) le añades los jardines y las plantas y también los enormes pájaros negros (diría que son grajos) que "grajean" cuando vas de camino al supermercado más cercano; tienes la sensación de estar en un pueblo.
Y con ese espíritu de "pequeña comunidad", desde que llegamos había visto carteles de Fête de quartier en muchas ocasiones. Los vecinos de un barrio se reúnen una tarde y organizan actividades en la calle y una comilona.
Ya os he contado que aquí no se pierde la ocasión de celebrar nada, más aún si eso implica barbacoa y cerveza, y éste fin de semana ha tocado la fiesta de vecinos de mi calle.
El plan era de 14 a 23 horas. Pidieron permiso a la comuna para cortar la calle al tráfico, pusieron placas para indicar a los vecinos que no aparcaran ese día y nos suministraron mesas y sillas.
Tras unos días muy soleados, a las 14 horas del sábado se puso a llover, pero ahí estábamos #LaFamiliaEspañola dándolo todo, con chubasquero, barriendo la calle, sacando las bicis de los peques y jugando al balón con el hijo del vecino. Básicamente eramos siete gatos y cuatro de ellos éramos de la misma familia...
Una foto publicada por Mamá 2.0 (@mama2punto0) el 12 de Sep de 2015 a la(s) 6:22 PDT
La merienda de las 15:30 decidimos trasladarla al café de la esquina y poco a poco, al olor de las tartas, se nos fueron uniendo más vecinos y más niños.
Degustamos tartas, prepararon adornos para los árboles de la calle y en vista de que algunas actividades no iban a ser posibles por el tiempo, un vecino cedió su garaje para poder hacer allí talleres con los más pequeños.
Una vecina les contó cuentos y otra llevó instrumentos musicales para tocar y cantar. Se lo pasaron en grande y nos sorprendió ver a tanto niño. Desde que nos mudamos teníamos la sensación de que era un barrio con población bastante mayor. Nunca les habíamos visto en los parques o jardines del barrio.
Decorando la calle con los más pequeños.
Las ganas de barbacoa eran grandes y el optimismo meteorológico vecinal era desbordante. Yo prefería basarme en mi App del Weather Channel que anunciaba que la cosa iba a peor, pero el caso es que montaron todo para la cena y cada vecino aportaba algo de comer, ensaladas, panes, quichés, patatas, cosas para la barbacoa, bebidas... y éste año no tenían carpa. Así que también aportábamos paraguas...
Preparando la barbacoa
El objetivo era socializar y echar una mano en todo lo que pudiéramos. Así que estuvimos hablando con vecinos italianos, alemanes, franceses, escoceses, sirios, peruanos, algún que otro belga y hasta un señor mayor noruego que estaba de paso y se unió a la fiesta. Al final te acabas entendiendo, los niños juegan sin importar el idioma y pasas un buen rato.
Las conversaciones típicas entre adultos eran:
- ¿De dónde eres? ¿trabajas en la Comisión Europea? ¿Por cuánto tiempo vas a estar aquí?...
Y la sensación que nos quedó es que aquí los vecinos ya están muy instalados, muchos sí son funcionarios europeos o con puestos fijos y no están aquí por tiempo limitado y se sorprendían de que nosotros fuéramos a estar aquí sólo unos años y tuviéramos tantas ganas de socializar e integrarnos.
Creo que socializar e integrarse y formar parte de la comunidad es vital y muy saludable, pero si tienes hijos es fundamental. Conocer a más niños, tener actividades y apuntarse a planes ayuda a adaptarte mejor y a aprender el idioma.
Así que yo ya estoy pensando en la Fête des voisins 2016.
Este año preparé tarta de Santiago para la merienda y tostas de salmorejo para la cena, para el año que viene no sé qué haré, que quede claro que somos #LaFamiliaEspañola :-)
Y tenía el Weather Channel razón y empezó a diluviar al poco de encender la barbacoa.
Al final trasladamos todas las mesas a otro garaje que nos cedió un vecino y la barbacoa funcionó a pleno rendimiento protegida por una sombrilla... C'est la vie à Bruxelles.