Desde el punto de vista de la psicología, el fetichismo es una desviación sexual que consiste en fijar alguna parte del cuerpo humano o alguna prenda relacionada con él como objeto de la excitación y el deseo.
Los objetos fetiches más habituales suelen ser las prendas de vestir femeninas. Si bien no depende de quien lo haya tenido puesto, en algunos casos despierta mucho más morbo saber que fueron usados recientemente por alguien.
Aunque realmente no es tan importante el objeto en si, sino lo que él representa para quien busca placer. Como decía, no importa tanto quién lleva puesta la media, el liguero, los tacones o cual sea el objeto, lo que importa es el fetiche, ese objeto que pasa a ser el centro de todas las cosas.
Como si se tratara de un talismán, el fetichista emplea el objeto durante la masturbación poniéndoselo o frotándolo contra sus genitales para excitarse aún más, y cuando está con otra persona le pide o le exige usar este objeto.
Esta sustitución del sujeto por el objeto algunas ramas de la psicología lo interpretan como algo perverso, en los límites de la psicosis (enfermedad mental caracterizada por delirios o alucinaciones), otros en cambio lo clasifican como una conducta aprendida en la infancia, es decir, piensan que en algún momento de la infancia el sujeto asoció determinado objeto con cierto placer sexual.
En lo que se refiere a la vestimenta, entre los más populares están ciertos disfraces u objetos propios de una edad o profesión. Desde chupetes, delantales, globos, o guantes de goma, hasta todo tipo de disfraces o uniformes con los que hacer realidad las fantasías de quienes desean ser tratados como bebés, colegiales, personajes históricos, médicos o enfermeras.
En lo que se refiere al cuerpo humano, el fetichista se suele obsesionar por partes determinadas, y por ello se denomina también parcialismo, ya que el sujeto se obsesiona con ciertas “partes” y no con el cuerpo en su conjunto. Entre ellos, el fetichismo de pies suele ser uno de los más frecuentes y estudiados, pero hay quienes dan lo que sea por jugar con el cuello, el vello corporal o las axilas.
En cualquier caso, la práctica fetichista no se considera algo grave, siempre y cuando no altere la vida del sujeto y su entorno.