Hace pocas semanas ha corrido como la pólvora por la red el escándalo del destino dado a los fetos abortados en algunos hospitales ingleses: eran incinerados junto con el resto de residuos orgánicos del hospital. Resulta lógico que, después de devaluar al no nacido, el trato que recibe su cadáver sea el de una cosa, a la que se aplica el procedimiento general de eliminación de residuos. Puede verse un resumen de la noticia en Aceprensa, y el comentario crítico del ministro de Sanidad inglés en la página de la BBC.