Revista Opinión

¿Fiat-Chrysler podrá atemorizar a GM y lograr una fusión?: Edward Niedermeyer

Publicado el 01 septiembre 2015 por Diariocubano

Desde que la línea de montaje masivo de Henry Ford desencadenó la lógica implacable de la escala en la industria automotriz moderna, las grandes automotrices siempre se han devorado a las chicas. Esa dinámica hobbesiana ha generado una raza de gigantes globales, todos los cuales de pronto se observan con nerviosismo unos a otros conforme se evaporan las perspectivas de crecimiento en los tan prometedores mercados de China, Brasil, India y Rusia.

Fiat Chrysler, que es más chica y tiene más problemas que las empresas automotrices de la primera línea, normalmente sería presa de algún rival más grande. Pero su audaz máximo responsable ejecutivo, Sergio Marchionne, ha vislumbrado un destello de debilidad en los ojos de una de las grandes gigantes, y parece decidido a tratar de revertir el orden natural mediante una adquisición de General Motors.

Lo que alguna vez pareció una búsqueda de pareja por parte de Marchionne ha revelado tener mucho mayor relación con el miedo que con la atracción. Dado que los avances que hizo a prácticamente toda compañía automotriz no recibieron respuesta, Marchionne se ha fijado como objetivo a la que da muestras de mayor debilidad. Si bien General Motors es mucho más grande y rentable que Fiat Chrysler, su administración ha mostrado falta de creatividad estratégica y una tendencia a ceder a la presión de los accionistas. Hay que olvidar la lógica industrial que Marchionne dice que hace inevitable que GM y FCA se emparejen: va detrás de la firma más grande porque piensa que puede salirse con la suya.

Esa debilidad comienza en la cima. Luego de los primeros grandes elogios de la prensa como primera máxima responsable ejecutiva del sector, Mary Barra, de GM, ha desaparecido de escena conforme la enorme crisis de calidad y seguridad de GM eclipsa su imagen. Incapaz de despejar los temores respecto de una cultura de GM de la que siempre ha formado parte, y asediada por inversores oportunistas que buscan aprovechar la enorme cantidad de efectico posterior al rescate de GM, las apariciones de Barra ante los medios han estado bajo el control de sus funcionarios de relaciones públicas. Marchionne percibe debilidad y ha solicitado una y otra vez una reunión con Barra sobre una fusión. Quienes la asesoran, sin embargo, se han negado a permitir que ambos máximos responsables se reúnan. Si bien Barra está al frente de una compañía de dimensiones suficiente para devorarse a la pequeña FCA, la intrepidez y el instinto asesino de Marchionne hacen que Barra adopte la actitud de presa.

En una entrevista que concedió esta semana a Automotive News, Marchionne provoca a la dirección de GM al decir: “Soy un negociador duro y la gente lo sabe. Yo soy quien soy. Pues envíen a otro. Envíen al tiburón”.

Si GM tiene un tiburón que pueda hacer frente a Marchionne, sin duda no es Barra, cuya respuesta a los advances de FCA ha sido decir que GM aún está en proceso de “fusionarse consigo misma”.

Marchionne sabe que GM depende de los mercados de capital para sobrevivir. Hace mucho que los inversores se han cansado de los retornos poco espectaculares de la industria, y sin un respaldo como el de la familia Agnelli, que posee el 30 por ciento de FCA, los inversores de GM bien podrían sentirse atraídos por la combinación de miedo y codicia de Marchionne.

¿Pero deberían hacerlo? Ambas firmas siguen estando rezagadas en calidad, confiabilidad, economía de combustible y experiencia de concesionarias, por lo cual su fusión probablemente sería una pesadilla operativa. Con audacia, el pulpo Marchionne podría atrapar a su ballena, pero es probable que la lucha haga que ambas firmas se hundan en las profundidades, dientes y tentáculos envueltos en un abrazo mortífero.

Via:: Colombia


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