Después de que sus padres fueran asesinados en su presencia por una pareja formada por un yonkie desesperado y una buscona alcohólica, el joven Bruce Bayne pensó que quizás debería plantearse hacer de Villa Góthica, su ciudad, un lugar más seguro, combatiendo el delito en cualquiera de sus formas y bla, bla, bla, pero como acto seguido herederó la inmensa fortuna familiar (que incluía una fabulosa mansión, siete coches de gama alta, un yate de 50 metros de eslora y un pastizal tremendo en el banco), pues como que el chico se relajó un poco, quedando indefinidamente en "stand by" sus buenos propósitos.
"¿Pasarme cuatro horas diarias machacando cuerpo y mente?. ¡Buf, pero que pereza tan grande!" -se conoce que debió pensar el atribulado muchacho.
Aún con todo, un día hizo un esfuerzo soberano con el fin de acercarse al gimnasio y comenzar su duro entrenamiento, sólo que se equivocó de puerta y en vez de en el gimnasio, acabó en una de esas caras saunas exclusivas para caballeros (que se reservan el derecho de admisión), y claro, como que no era lo mismo... ¡aquí sí que no le importaba lo más mínimo machacarse el cuerpo cuatro horas diarias al muy playboy!. Ya habréis supuesto que no tardó mucho en acabar por cogerle el gusto al tema, y fijáos hasta que punto, que terminó como principal accionista de la sauna en cuestión (de la que incluso ordenó construir una réplica exacta en cierta cueva secreta que hay bajo su mansión).
Durante unos años todo fue como la seda, pero Bruce acabó por aburrirse de aquel modo de vida tan desenfrenado. ¿Estaba pensando quizás en sentar la cabeza?. En absoluto. Simplemente se había cansado de tanto viejo ricachón y desdentado como los que frecuentaban la sauna. Necesitaba desesperadamente un nuevo amiguito con quien "jugar", y preferiblemente que fuera bastante más joven que los arrugados señores de marras. Esa idea comenzó a obsesionarle de mala manera.
Sus deseos se hicieron realidad el glorioso día en que el circo llegó a la ciudad. Allí actuaba una popular familia de trapecistas, los Gayson Voladores, cuyo hijo era todo un querubín. "Guapete, pequeñito y manejable como un muñeco, Y además parece tan flexible..." -pensó Bayne sonriendo realmente emocionado, mientras su espíritu se elevaba (y se elevaba más y más).
-"¡Debo adoptarlo"- se dijo convencido. -"Sólo hay un pequeño problema para hacerme con su custodia: los malditos entrometidos de sus padres". Tras ofrecerles una pequeña fortuna para que accediesen a la adopción, y como aún con todo seguían negándose a ésta, el bueno de Bayne volvió a la función de la noche siguiente. Allí fue testigo -entre el horrorizado público-, del desafortunado "accidente" que sufrieron dos de los tres trapecistas en el momento que efectuaban su famoso triple salto mortal. Mientras tanto, entre las sombras, un sonriente mozo de pista contaba un buen fajo de billetes. ¿Adivináis cual fue el único Gayson que sobrevivió? (efectivamente, amigos: el dulce querubín). "¡Hubiera sido mil veces mejor mejor morir en el accidente!" -llegaría a pensar con cierta frecuencia Dick Gayson en los años venideros.
Cuando Bruce Bayne se ofreció públicamente para adoptar "desinteresadamente" a aquel desgraciado huerfanito del circo, toda Villa Góthica aplaudió el altruismo de su gesto destacando que tenía un gran corazón. ¡Se ve que ese Bayne es todo un filántropo!" -coreaba emocionada la ciudadanía.
Sin embargo, desde la Sauna-Cueva, una aguda y temblorosa vocecilla infantil decía al oir las noticias: "¿Gran corazón? ¡Pues no es precisamente el corazón lo que tiene grande este "filántropo" vuestro!".
En los pocos ratos libres (pero pocos, poquísimos, oye) que les dejan sus extraños quehaceres domésticos, ocasionalmente patrullan las calles de Villa Góthica bajo la extravagante identidad secreta de Rat-Man y Bobín (aprovechando las máscaras de fantasía de una de sus múltiples fiestas nocturnas, ¡y es que aquello es un no parar!).
¿Y por qué eligieron precisamente esos nombres?. Pues Bayne se autoproclamó Rat-Man por dos motivos: uno, porque pensó que las ratas son animales que infunden temor, siempre acechando desde los callejones más oscuros, y todo eso, y dos (bueno, en realidad este fue el motivo principal de su elección), porque se sintió plenamente identificado con un animal poseedor de una cola tan larga.
En cuanto a Dick Gayson... ¡angelito!, lo cierto es que el pobre no tuvo la más mínima posibilidad de elección. Lo de Bobín se lo puso su mentor (siempre tan "volcado" en él)... ¡vete tú a saber por qué!.En la azotea de la comisaría, el Comisario Bordon (un viejo amigo de el Profe), dispone de una gran Rat-Señal luminosa que dirige al cielo para llamarlos cada vez que hay problemas, pero claro, como casi siempre suelen estar tan ocupados, la verdad es que no pueden acudir casi nunca a la llamada.
Eso sí: pese a todo, sus servicios a la comunidad están fuera de toda duda. Se sabe que al menos una vez, hace ya un par de años, ayudaron a cruzar a una vieja. Y hay testigos que pueden corroborarlo.En el entorno de estos superhéroes tan unidos también está Albert, el discreto mayordomo de la mansión Bayne, quien a cambio de una mísera nómina a fin de mes sabe guardar muy bien tantos secretos como comparten su señor y su joven pupilo.
IMPORTANTE: En otro orden de cosas, os recuerdo a todos que ya está en marcha cierto concurso navideño relacionado con La Patrulla Vengadora, cuyo ganador se llevará un interesante lote de libros y cómics. Para saber más del tema (bases y descripción del premio), podéis pinchar en la imagen siguiente: