El cómic acababa de nacer cuando Winsor McCay fue capaz de tocar techo, alcanzar la maestría y desplegar un mundo de sueños que se puede considerar la culminación del nuevo arte. Un siglo después nadie ha sido capaz, como McCay, de generar un concepto semejante, una combinación sorprendente donde la imaginación encaje a la perfección dibujos, sueños, pesadillas, personajes, arquitectura, paisajes, paraísos e infiernos. Más allá de cualquier moral. Eso es Little Nemo, el sueño de la perfección de Winsor McCay. Esta exposición reúne los originales que permiten captar la creatividad de su creador en su máxima expresión.
Winsor McCay desarrolló una actividad como dibujante frenética, compulsiva. Empezó a trabajar en la prensa como ilustrador en 1889. Des del primer momento fue capaz de crear y combinar chistes gráficos, ilustraciones, caricaturas y dibujos políticos, páginas de cómic de series diferentes y los primeros grandes intentos de películas de dibujos animados. McCay empezó a despuntar en el estilo que después lo caracterizaría con las series Little Sammy Sneeze (1904) y Dream of a Rarebit Friend (1904), unas historias en las que los personajes y la estructura de la página transgredieron los cánones y los límites que el cómic empezaba a incorporar como definitorios. En 1905 empezó a dibujar su gran creación –Little Nemo in Slumberland– en las páginas dominicales del New York Herald.