Ficunam 2012/v

Publicado el 27 febrero 2012 por Diezmartinez

En su opera prima, Malaventura (México, 2011), el egresado del CCC Michel Lipkes acomete un experimento minimalista y provocador que se sostiene tanto por sus excesos como por sus hallazgos. La trama es elemental: un anciano solitario (el no profesional Isaac López) deambula un día entero por el centro histórico de la ciudad de México. El hombre está muy enfermo y al final lo vemos colapsarse frente a una iglesia, arrastrándose en el suelo de algún parquecito. No sabemos cómo se llama -los créditos lo identifican sólo como "viejo"- pero sabemos que vende globos, que va a una decrépita cantina a saludar a otros igual de ancianos que él, que le da un dinero a unos barbones sospechosos dentro de un auto, que entra a ver una cinta pornográfica, que marca un número telefónico pero no se decide a hablar y que guarda para sí algunos momentos -¿ciertos?, ¿falsos?- de algún instante de fuego, muerte y tragedia. En realidad, todo esto no son más que meros indicios de una historia que Lipkes no está interesado en contar sino en ver.Los hallazgos -porque tengo entendido que eso son: no fueron planeados- están en esos encuadres en planos generales y en tomas extendidas en los que el anciano comparte la cámara con un gato negro que se atraviesa y se coloca en el otro extremo, guardando a la perfección el equilibrio de la imagen. O ese momento en el que el viejo camina frente a un edificio a punto de derrumbarse -otra toma en plano general- mientras atrás de él vienen  caminando una fila de ciegos buñuealianos guiados por su lazarillo. También los excesos son notables: la toma inicial de casi diez minutos, con cámara fija en un leve contrapicado (¿tatami-shot a la Ozu?), nos muestra los rituales cotidianos del viejo al levantarse con el amanecer. Así, mientras la luz del día se cuela por su ventana, vemos/escuchamos al anciano levantarse, ir al baño, vestirse. La rutina diaria, la soledad cotidiana. Supongo que la toma podría haber durado menos, pero incluso este exceso, propio del slow-cinema tan de moda, está justificado por el sentido último del filme: encontrar la belleza a fuerza de mirar. Aunque duela hacerlo.
Malaventura se exhibe hoy en el Cinematógrafo del Chopo a las 13:30 horas.