Ficunam 2013/iii

Publicado el 25 febrero 2013 por Diezmartinez

En la competencia internacional del largometraje del FICUNAM 2013, aparecen sólo dos cintas mexicanas, Carmita (México, 2013) y Cumbres (México-Argentina, 2013), y las dos, curiosamente, son producidas por la pareja -en más de un sentido- formada por Laura Amelia Guzmán e Israel Cárdenas (realizadores de la insuperada Cochochi/2007 y la slow-movie Jean Gentil/2010), y una de ella, Carmita, dirigida también por ellos. La Carmita del título es cierta actriz cubana llamada Carmen -Carmita- Ignarra que, según la IMDB, apareció en siete películas entre 1949 y 1960, cinco de ellas mexicanas, y ninguna de ellas particularmente importante -aunque luego de leer las sinopsis respectivas en la Historia Documental del Cine Mexicano, me entró la curiosidad de ver Los Solterones (Delgado, 1953), con un muy gracioso (según García Riera) Andrés Soler. A ver si me la encuentro en De Película.  En la actualidad, la locuaz Carmita tiene 80 años vive en un caserón derruído de Monterrey y la joven cineasta Laura Amelia Guzmán funge como su asistente/chacha/confidente, ante la mirada -detrás de cámara- de Israel Cárdenas. Carmita recuerda sus tiempos de estrella de la radio cubana, su matrimonio con el productor de cine Santiago Reachi -de Posa Films, "el que hizo a Cantinflas"-, y cierta anécdota en la que el dueño de la MGM la quería convertir en estrella ante la negativa de sus posesivo marido, mientras la curiosa Guzmán explora los recortes de prensa que guarda Carmita -fotos con Luis Aguilar, Los Panchos, Tin Tan- y le escribe los mensajes que ella envía a sus admiradores en Fotolog, hasta que por algún mal entendido las dos mujeres terminan peleándose, con todo y mordidas incluidas. ¿En dónde termina el documental e inicia la ficción? ¿Cuándo el documental se transforma en ficción de manera (in)conciente? Guzmán y Cárdenas usan a Carmita como objeto de estudio y como personaje protagónico de su propia tragedia existencial: la de una mujer hermosisíma que nunca se gustó a sí misma, que nunca tomó una decisión correcta y que siempre, en palabras de la añorada madre, fue siempre su peor enemiga. Hacia el final, el personaje -la persona- se vuelve dolorosamente frágil. Producida por la dupla Guzmán/Cárdenas, pero dirigida por Gabriel Nuncio -con cámara en blanco y negro del mismo Israel Cárdenas-, Cumbres también está ubicada en Monterrey y está inspirada vagamente en un caso real de nota roja sucedida en la colonia regiomontana del mismo nombre en el 2006. En todo caso, el guión del propio Nuncio no se detiene a explorar/explotar el crimen -o "accidente"- sino la relación entre dos hermanas, la mayorcita Juliana y la adolescente Miwi, quienes tienen que salir de Monterrey con rumbo a Querétaro, pues ha ocurrido algo muy grave.  No sabemos exactamente qué ocurrió hasta el minuto 27 -de los 80 que dura la cinta-, pues los acontecimientos los vemos desde la perspectiva de Miwi, a quien nadie le dice nada. En todo caso, esos detalles no importan sino cierto momento mágico de confianza que comparten las dos hermanas a punto de separarse, cuando Miwi le cuenta a Juliana, en una toma fija de tres minutos, cómo se puso de novia con un tal Kyzza (¿Terrazas?). Se trata de los mejores minutos de la película y de sus dos jóvenes actrices, Aglae Lingow e Ivanna Michel. De todas formas, ninguna de las dos cintas mexicanas en competencia parecen, perdóneme el mal chistorete, competitivas, pero tampoco ninguna de ellas es para que les dé pena al Comité de Selección. Eso, por lo menos, ya es ganancia. Tampoco tiene que darle pena a Eugenio Polgovsky (extraordinaria Los Herederos/2008) su nueva película documental, Mitote (México, 2012), un mediometraje de 53 minutos que transcurre en la plancha del Zócalo el día en el que México y Sudáfrica abren el Mundial de Futbol de 2010.  Así, mientras la gente llega a ver en pantalla gigante al Tri del "Chicharito", la cámara de Polgovsky se entretiene tomando los desfiguros de un doñito anteojudo y oaxaqueño que pendejea a todo los mexicanos por ser unos dejados y no saber de historia, atestigua los gritos de lucha de los centenares de electricistas del SME en huelga y sigue las rutinas de curación y limpia de cierto chamán (dizque) azteca que regaña a todos los que no saben que México se pronuncia Meshico, más lo que se acumule en ese rato -una calaca catrina que coquetea con un granadero, un basurero que se ríe quién sabe de qué, el campanero de catedral dándole duro y tupido a su chamba-, sin faltar las obvias conexiones del México prehispánico -máscaras olmecas de hace 3 mil años, los vestigios del Templo Mayor- con el México futbolero de hoy, pues algún rostro tallado en piedra por los aztecas parece el mismísimo retrato de cualquier chilango que se emociona/desilusiona por su selección nacional empatando con Sudáfrica a un gol. Puro mitote, puro relajo, bien capturado y bien filmado por Polgovsky aunque... ¿para qué?