El Soldado de las Ideas está en cada trinchera porque la tradición revolucionaria, política, social y cultural que él representa no es patrimonio exclusivo de Cuba, sino de toda América, la bolivariana y martiana, y esta tradición tiene una fuerza creciente en la medida en que el imperio norteamericano en su decadencia demuestra, con los hechos, su torpeza y maldad que, como decía José Martí, van muy relacionadas.
La riqueza de la política fidelista está dada por la integración de fuerzas solidarias para enfrentar los dramáticos desafíos. Desde los tiempos de Cayo Confites, en 1947, hasta la más reciente ayuda internacionalista brindada por los colaboradores cubanos ha sido una constante en las estrategias del líder de la Revolución Cubana.
Martí dijo: “Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Estos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que le roban a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Estos hombres son sagrados”. Este pensamiento está más vigente que nunca en la consigna Yo soy Fidel, porque Fidel soy yo, eres tú, Fidel es un pueblo, Fidel es un gigante mundial.
La universalidad del Comandante en Jefe está en que contiene en su corazón todo el decoro político y moral de la mejor tradición cubana en correspondencia con las exigencias más profundas de la humanidad del siglo XX y XXl.
Y cito nuevamente al Apóstol cuando proclamó que Patria es Humanidad y en Fidel, como su mejor discípulo, se revela esta vocación de abrazarse al mundo.