"No confío en la política de Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra. Defender la paz es un deber de todos. Cualquier solución pacífica y negociada a los problemas entre Estados Unidos y los pueblos o cualquier pueblo de América Latina, que no implique la fuerza o el empleo de la fuerza, deberá ser tratada de acuerdo a los principios y normas internacionales. Defenderemos siempre la cooperación y la amistad con todos los pueblos del mundo y entre ellos los de nuestros adversarios políticos. Es lo que estamos reclamando para todos."
En 1973, apenas regresó de una visita por Vietnam, el Comandante se sometía a una de las tantas rondas de prensa internacional que diera durante su mandato, ha revivido el periodista y escritor argentino Jorge Solans.
La guerra fría estaba bien fría, y el periodista Bryan Davis de una agencia inglesa le preguntó:
-¿Cuándo cree usted que se podrá restablecer las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, dos países tan lejanos a pesar de la cercanía geográfica?
- "Estados Unidos vendrá a dialogar con nosotros cuando tenga un Presidente negro y haya en el mundo un Papa latinoamericano."
Algunos periodistas se escondieron detrás de una mueca irónica y otros, entre quienes estaba Davis, hicieron moderados gestos incrédulos. La conferencia siguió como si la pregunta de Davis hubiera sido una estupidez. Interesaba más Vietnam.
Eduardo de la Torre era estudiante en aquella época , y en el restó Sofía ubicada en la avenida 23, en pleno barrio El Vedado de La Habana, recordó aquel episodio como si estuviera dando una cátedra de eternidad.
Asombrosamente estaba frío en toda la isla. Las bajas temperaturas venían de las copiosas nevadas que sufrían los vecinos del norte. Eduardo no podía creer que yo anduviera sin equipo de mate como nos caracterizan en varios sitios del planeta.
-Fijate tú chico, nadie le creía al comandante; pero cómo no creerle al comandante que resucitó más veces que Jesucristo.