Por María Carla González
Fidel está en Santa Ifigenia para alumbrar a toda Cuba bajo el mismo Sol que ilumina al Héroe Nacional José Martí. Los rayos de este astro fulguran la tumba del Padre de la Patria Carlos Manuel Céspedes, la de su gran amigo Frank País y la de todos aquellos valientes que cayeron en el combate.
Fidel lo había sentenciado: “Mis compañeros no están, ni olvidados ni muertos”. Hoy vuelve a reunirse con ellos, éste fidelísimo retoño martiano, para seguir guiando nuestros destinos.
Fidel, fidelísimo retoño martiano,
asombro de América, titán de la hazaña,
que desde las cumbres quemó espinas del llano
y ahora riega orquídeas, flores de montaña.
Y esto que las hieles se volvieran miel,
¡Se llama Fidel! ¡Se llama Fidel!
Y esto que la ortiga se hiciera clavel,
¡Se llama Fidel! ¡Se llama Fidel!
Y esto que la patria no sea un cuartel,
¡Se llama Fidel! ¡Se llama Fidel!
Y esto que la bestia fuera derrotada
por el bien del hombre,
esto que la sombra se volviera luz,
esto tiene un nombre, sólo tiene un nombre:
¡Fidel Castro Ruz!
“Marcha Triunfal del Ejército Rebelde”, Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí
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