Infierno:
Se trata de la adaptación de la novela de Dan Brown, que vuelve a estar protagonizada por Tom Hanks. En ella continúan las aventuras en la del simbolista Robert Langdon, que también es el protagonista de las novelas El código da Vinci y Ángeles y demonios. En esta ocasión, el profesor de Harvard se despierta con amnesia en un hospital italiano. Así se verá obligado a formar equipo con Sienna Brooks, una doctora que espera le ayude recuperar sus recuerdos y prevenir entre los dos que un loco suelte una plaga mundial relacionada con el “Infierno de Dante”.
La chica del tren:
Esta adaptación hollywoodiense -hubo otra europea antes- de la novela La chica del tren, de la escritora Paula Hawkins, está dirigida por Tate Taylor.
La novela/película nos cuenta la historia de Rachel Watson, interpretada por Emily Blunt. Se trata de una mujer recién divorciada, y con ciertos problemas con la bebida. Cada día, ella toma el tren para ir trabajar a Nueva York, y cada día el tren pasa por su antigua casa. En esa casa ahora vive su marido con su nueva esposa y su hijo. Para no ahogarse en sus propias penas, Rachel decide concentrarse en mirar a una pareja, que vive unas casas más abajo de la que era la suya. Comienza entonces a crear en su cabeza una maravillosa vida de ensueño sobre esta familia aparentemente perfecta.
Todo cambia cuando una mañana, desde la ventana del tren, Rachel es testigo de un impactante y desconcertante suceso, que la llena de rabia. Al día siguiente, se despierta con una resaca terrible, diversas heridas y contusiones, y no recuerda nada de la noche anterior. Además tiene la extraña sensación de que algo malo ha pasado. Poco después descubre en los informativos de televisión que Megan Hipwell ha desaparecido. Rachel se ve envuelta entonces en un misterioso caso, y trata de averiguar qué pasó con Megan, y qué fue exactamente lo que ella misma hizo la noche en que Megan desapareció
Aprovecho la ocasión para decir que, en mi opinión, la Fiesta del cine es un parche, del que nos debemos aprovechar por supuesto. Sin embargo, la cultura debería ser siempre asequible al bolsillo de todos los ciudadanos, por eso vuelvo a reclamar -desde mi insignificante posición- la rebaja del IVA cultural hasta ajustarlo a los equivalentes comunitarios.