"Fiesta" - Ernest Hemingway

Por Marapsara

Lo lógico sería que ningún lector antituaurino lograse disfrutar de la lectura de “Fiesta”, escrito por un defensor de las corridas de toros que viajaba asiduamente a España con el objetivo principal de asistir a estos eventos del demonio.
Y, sin embargo, ¿qué sucede?
Que la magia de la Literatura toma forma en el papel a manos de un escritor, un genio, capaz de conseguir esa proeza.
La novela no sólo engancha desde el principio, a pesar de que el argumento inicial sean las andanzas alcohólicas poco interesantes de un grupo de amigos más o menos bien avenidos, sino que gracias a lo bien escrita que está, mantiene el interés también mientras relata los encierros y corridas, donde además no escatima en detalles relativos a violencia gratuita ni dolor innecesario.
Su prosa es directa, clara, honesta y de ritmo constante: tranquilo pero imparable. Absorbe al lector sin remedio.
A pesar de ser Hemingway abiertamente taurino y de haber escrito “Fiesta” en honor a los buenos momentos que incomprensiblemente le brindó este espectáculo de los horrores, existen detalles en la novela dirigidos a cuestionarse la necesidad de aplicar violencia extrema en estas... ¿fiestas?
Por ejemplo, se hace referencia a la incultura y carencia de raciocinio de la cuadrilla que acompaña a un torero cuando éste, en conversación privada, ha de responder por qué oculta que sabe hablar inglés, y lo hace señalando al grupo, cuyo solo aspecto y maneras delatan que serían incapaces de comprenderlo. Es el retrato silencioso de una grotesca pandilla de brutos.
En otras ocasiones, varios miembros del grupo de amigos analizan los pros y contras de tal derroche de violencia y de la absoluta carencia de piedad y humanidad que demuestran los salvajes en los encierros. 
La conclusión del lector es que existen personas deshumanizadas que disfrutan con el sufrimiento ajeno.
Y mientras tanto, la magia de la Literatura sigue danzando alrededor de las frases perfectas del genio de Illinois. El hechizo perdura exactamente hasta el punto final.
No hay razón para que la oscuridad haga ver las cosas distintas de cómo se ven cuando la luz está encendida.”
Dejando a un lado la polémica entre seres civilizados y sin civilizar, en esta fabulosa novela Hemingway transporta al lector a su bohemia de los años 20, tan literarios y cinematográficos que desde aquí soñamos perfectos.