No somos muy hamburgueseros, hay que reconocerlo, pero también hay que reconocer que, igual que con los asiáticos, cada vez que vamos nos decimos a nosotros mismos que tenemos que contar más a menudo con esta opción. Quizá porque porque en su momento caló mucho que las únicas hamburguesas que podían tomarse fueran de casa eran las de McDonals, Burguer King y, si estabas por Barcelona, aún podías ser algo más “selectivo” y visitar el Pokin’s…¿os acordáis?. Seguramente muchos ni lo hayáis conocido.
También es cierto que ahora parece que hemos pasado al lado opuesto y las hamburguesas tienen que ser todas gourmet: de carnes extravagantes y con guarniciones sofisticadas. No sé si porque realmente lo sean, o para justificar algunos de los precios que se ven por ahí. Pero bueno, como hay muchas de ellas que no hemos probado, chitón!. Que las habrá, como en todo, que valgan lo que pagas, las que incluso estén por encima del precio pedido y las que resulten un timo.
Vamos a hablaros de Filburg, que si lo hemos probado.
Nosotros tomamos un par de entrantes para compartir, con la idea de probar luego sus hamburguesas. Más que suficiente. Lo primero unas patatas bravas que llevan el nombre de la casa: Patatas Filburg.
El otro entrante fue un falso risotto de trufa y ceps (Boletus Edulis). Servido en una cocotte, otra vez se ve esfuerzo en la presentación.
Para la otra hamburguesa si tuvimos dudas. De su carta de las que están catalogadas como “Hamburguesas de vacuno a nuestra manera” había más de una que nos llamaba la atención. Por eliminación quedaron un par de finalistas: la de foie y la Ibérica.
Y nos vamos a los postres. Uno de los elegidos y del que solo probé parte fue el cheesecake con helado de Idiazabal.
Lo del helado de Idiazabal llamaba la atención, no es un sabor habitual, así que había que probarlo. Pero no puedo hablaros de él en primera persona. La opinión fue buena, el helado cremoso y sabía a queso, ojo, con todo lo que puede saber un helado de un ingrediente tan fuerte. El cheesecake si que lo probé un poco, antes de que se impregnara del helado que se iba deshaciendo y era correcto.
Yo me tiré a un clásico, una tarta de manzana, con helado de Yogur. Muy buena, grandes trozos de fruta y buen sabor. Un buen timbal de manzana bien horneada. El helado de yogur, correcto. Una buena combinación con la que es muy fácil seducirme.
Acompañamos la comida con un par de copas de vino, no cogimos botella, era tarde y no pensábamos extendernos demasiado en la comida. De su carta de vinos, que no es demasiado extensa, discrepamos en algunas cosas. Seleccionan productos de proximidad para su comida, pero no para su bebida. Que el número sea mayor o menor no tiene que resultar un inconveniente si hay una buena selección. En el caso de los vinos en Filburg, lo que no nos pareció adecuado, y así se lo dijimos a ellos, es que en la oferta de vinos a copas no hay ninguno catalán. Y lo más curioso es que por botellas si lo hay y además vinos bastante buenos: Dos Costers del Segre (Gotim Bru y Bru de Verdú) y un D.O. Montsant: Blau. Teniendo estos buenos vinos en botella, no entendemos porque no se puedan tomar por copas. Cada vez más consumimos y queremos que sean fáciles de consumir los vinos del país. Que no quiere decir que no tomemos de otros sitios, ojo, pero que no podamos tomarlos, habiéndolos… Filburg, aceptad esta sugerencia, dadle una vuelta y hagamos fácil que el cliente pueda escoger vinos de aquí o de la zona donde estéis!!. Que la política de producto de proximidad se aplique también al vino!
El balance tiende a lado positivo: sin duda la Sepieta, para mi, destacó entre el resto, pero en una valoración general es una buena alternativa. El servicio, amable y joven, el local con zonas para eventos privados según nos dijeron y con muchas y buenas intenciones e iniciativas: fórmulas para mediodía, catérings… Por un lado, un restaurante de hamburguesas que va un poco más allá y que no queda encajonado solo como hamburguesería. Aunque estas pesan mucho, seguramente algunas tendrán más éxito que otras, pero para eso habría que probarlas todas. Las cantidades son correctas y los precios de las hamburguesas están entre los 10 y 13 Euros, depende de la que pidas. Entre algún entrante a compartir como hicimos nosotros, una hamburguesa por persona y sin desmadrarte mucho con la bebida, y un postre por unos 20 Euros por persona comes bien.
Para una comida algo más informal, es buena opción. Con dos locales en Barcelona, en Av. Josep Tarradellas y en Diagonal Mar Filburg combina el buen ambiente de restaurante clásico con una oferta gastronómica más moderna que lo hace ideal para todo tipo de clientes: familias, grupos o parejas… #burgerslovers o no.