FilmCraft: Producing
A primera vista, parece un coffe-table book. La exquisita edición a colores, el tamaño más o menos considerable (25.6 x 23.9 cm), la foto de Kirsten Dunst como la ingobernable/depresiva protagonista de Melancolía (von Trier, 2011)... Pero no: por más que el libro esté profusamente ilustrado con grandes fotografías, FilmCraft: Producing (Focal Press, USA, 2013), escrito por el cinecrítico Geoffrey Macnab (colaborador de Screen, The Guardian y Sight & Sound, entre otros medios) y Sharon Swart (editora de Variety) no es un texto para sólo revisarlo de pasadita. Estamos ante un libro tan profundo como entretenido, que lo mismo echa un vistazo en la historia de las leyendas de la producción fílmica -Michael Balcon, David O. Selznick, Dino de Laurentiis, Erich Pommer, Alexander Korda- que aterriza en los retos que la industria cinematográfica global les tiene reservados a los productores contemporáneos más importantes, como el danés Peter Aalbaek Jensen, el británico Tim Bevan, el francés Marin Karmitz, el hongkonés Bill Kong o los americanos Edward R. Pressman y Lorenzo di Bonaventura. El libro está construido, de hecho, a través de extensas entrevistas con los productores ya antes mencionados -y varios más- en las que describen con claridad y buen humor lo que significa producir cine, sea dentro de los grandes estudios hollywoodenses, sea en un pequeño país "que no tiene ningún orgullo nacional" (es decir, Dinamarca). Se trata de quince entrevistas con productores que lo mismo provienen de la importante industria hongkonesa (Bill Kong) que de industrias europeas apoyadas desde el Estado (el francés Marin Karmitz) o de casas productoras -pequeñas, medianas o grandes- que trabajan para las "majors" hollywoodenses (el caso de Tim Bevan y la exitosa casa Working Title).. FilmCraft: Producing es un fascinante paseo por una profesión que es difícil de describir con precisión: ser el productor de un blockbuster de Hollywood -en donde hay mucho dinero de por medio y mucha gente está tomando decisiones- no es lo mismo que producir los filmes de Lars von Trier quien, según su productor Peter Aalbaek Jensen, más allá de su fama de ser una persona difícil, en realidad es un cineasta muy pragmático, trabajador, responsable y leal a su equipo y a la película que en ese momento este dirigiendo. No es ninguna perita en dulce, vaya, pero von Trier -según la versión de su productor de cabecera- es un cineasta que entiende su oficio y el negocio y que está dispuesto a hacer los cambios que sean necesarios para lograr su cometido: hacer la película que quiere hacer. Otro ejemplo: en el otro extremo del espectro está Tim Bevan, productor británico que trabaja para Hollywood pero con un gran nivel de independencia. Después de haber fundado la casa productora Working Title en 1983 y haber tenido el primer éxito económico y de crítica con Mi Bella Lavandería (Frears, 1985), la compañía fue fondeada por PolyGram para convertirse en una suerte de filial hollywoodense con proyectos en los dos lados del Atlántico: Fargo (Hermanos Coen, 1996) y Billy Elliot (Daldry, 2000), por ejemplo. Sin embargo, cuando PolyGram fue absorbida por Universal, uno podría haber esperado que la major hollywoodense aplastaría la creatividad y audacia de Bevan y su equipo. Nada de eso: mientras las películas producidas por Bevan no pasen de 35 millones de dólares y no haya atrasos en su filmación, Working Title puede hacer prácticamente lo que quiera. Así se produjo, para acabar pronto la obra mayor -y mejor película del 2012 según los lectores de este blog- El Espía que Sabia Demasiado (Alfredson, 2012). Bevan y su equipo son la mejor muestra que se puede producir buen cine en las entrañas del monstruo hollywoodense, siempre y cuando se elija el equipo creativo adecuado y se hagan los mejores tratos económicos posibles. Es una cuestión de arte y de negocios. O del negocio del arte. Y del arte de hacer negocios. Vaya: se trata de hacer cine en una industria -chica, mediana, grande- para un público que consume ese cine. A eso se le llama industria. Con sus diferencias pequeñas o grandes, esto existe en todo el mundo del cine, según muestra el libro de Macnab y Swart. ¿Y en México o América Latina? Hizo falta esa sección en FilmCraft: Producing. A ver si en la segunda edición aparece la entrevista respectiva con el productor latinoamericano elegido. ¿Quién podría ser un buen candidato? ¿Pablo Cruz? ¿Berta Navarro? ¿Roberto Fiesco?