Michel Gondry en 2004 dirigió una de las películas más fascinantes de la década anterior y que el tiempo ha convertido en un filme de culto que muchos cortos de mira rechazaron por estar protagonizada por Jim Carrey.
Con efectos que van de lo digital a lo más artesanal jugando con luces y sombras, Gondry construye un brillante ejercicio sobre la memoria, sobre los lugares ocultos de ésta y sobre la posibilidad de borrar todo aquello que nos gustaría que desapareciera de ella.
Uno no puede evitar pensar qué haría si esa posibilidad fuera real. Borrar un antiguo amor, un fracaso sentimental, una persona que nos dañó hasta los límites del dolor del alma. Si tengo que responder diría que no, que no querría borrar a esa persona o personas porque en lo que soy ahora y en lo que tengo ahora también esas personas han influido. Seguramente a priori uno actuaría impulsivamente como Clementine o Joel y borraríamos a esa persona, para evitarnos el dolor inmediato, aunque si como Joel logramos ser conscientes de lo que estamos haciendo, probablemente nos daríamos cuenta que hay momentos que no queremos borrar, que no queremos perder, aunque esa persona nos causaría el dolor posteriormente.
Escrita por Charlie Kauffman, enfant terrible y responsable de guiones tan alabados como el de Como ser John Malkovich", "Adaptation" o la ignorada "Human Nature" (también dirigida por Gondry) esta película se ha convertido en un filme de culto para muchos que no paran de recomendarla y son muchos los que la están disfrutando a posteriori. Desde aquí no puedo hacer otra cosa que recomendarosla y pediros que la disfrutéis.
Otras apariciones de Gondry en mi blog:
La ciencia del sueño
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