Filosofía antigüa: el filósofo y el hombre práctico de Platón

Publicado el 14 noviembre 2020 por Marcelojsilvera

Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte
(Un dimanche après-midi à l'Ile de la Grande Jatte)
Óleo sobre lienzo
1884-1886. Georges Seurat

Se presenta una digresión que pone en evidencia la cercanía entre un filósofo y un hombre práctico. En el texto Teeteto, se presenta la situación evocando a Teodoro, quien sostuviera que los filósofos poseen del tiempo libre necesario para continuar desentrañando un pensamiento aunque se complejice. La palabra utilizada es skholé que vulgarmente se traduce como ocio o tiempo libre, pero que para la fidelidad del texto es conveniente trasladar como cultura.
Este skholé es un distintivo de la superioridad moral e intelectual en Sócrates. Esta superioridad radica en la posesión de ese tiempo que permite la reflexión profunda y la búsqueda de la verdad. Ese tiempo, les pondría en desventaja en los tribunales (torpeza, ridiculez, dice), donde todos son avezados oradores pero, al igual que podría pensarse en la actualidad con políticos o abogados en un juicio, no significa que se basen en la verdad para sus alocuciones, sino en la búsqueda de dar frutos a sus intereses.
El filósofo ignora todo esto, pues, mientras su cuerpo se encuentra en la ciudad, su pensamiento sobrevuela con desprecio el ágora y busca conocer la naturaleza de todos los seres. Contener las “habilidades” del tribunal presupondría dejar de lado los valores éticos y morales que la filosofía presupone, y descuidar el alma (como vimos anteriormente en esta cátedra).
El hombre práctico, para Platón está personificado en Sócrates, cuyo pensamiento y actividad estaban orientados hacia lo concreto, a lo que inmediatamente importa a los hombres filósofos y no filósofos. Como indicara Bertrand Russell sobre esta temática, el hombre “práctico”, en el uso corriente de la palabra, es el que solo reconoce necesidades materiales, que comprende que el hombre necesita el alimento del cuerpo, pero olvida la necesidad de procurar un alimento al espíritu. Si todos los hombres vivieran bien, si la pobreza y la enfermedad hubiesen sido reducidas al mínimo posible, quedaría todavía mucho que hacer para producir una sociedad estimable; y aun en el mundo actual los bienes del espíritu son por lo menos tan importantes como los del cuerpo.
El valor de la filosofía debe hallarse exclusivamente entre los bienes del espíritu, y solo los que no son indiferentes a estos bienes pueden llegar a la persuasión de que estudiar filosofía no es perder el tiempo... (Russell, 1943)
Bibliografía
Calabrese, C. C. (2018). Comunidad y pedagogía: La filosofía platónica de la educación. Zacatecas: Texere Editores.
Material didáctico. Filosofía antigua. Módulo IV. (s.f.). UCALP.
Platón. (s.f.). Diálogos (Vol. V). Madrid: Gredos.
Russell, B. (1943). Los problemas de la filosofía. ePub.


Marcelo J. Silvera
🌐@MarceloJSilvera