Esta estética tiene mucho de melancólico y otoñal, trabaja con materiales orgánicos, que envejecen con el uso y que de algún modo tienen vida propia.
Todo cuanto existe en el universo está en constante movimiento y cambio. Nada es eterno, nada existe desde siempre ni para siempre, todo tiene un comienzo y un fin. El arte Wabi-Sabi es capaz de encarnar o sugerir el esencial y evidente hecho de la impermanencia y por eso desencadena en el espectador una contemplación serena que va unida a la comprensión de la fugacidad de todo cuanto existe.
Al ser conscientes de esta fugacidad, contemplamos la vida desde otra perspectiva.