Filósofo carlos díaz en lima

Por Joseantoniobenito

Realmente que es un notición. Por vez primera nos visita este filósofo de primera categoría sin perder para nada su identidad católica. Tuve la suerte de conocerle en Valladolid donde impartió varias conferencias sobre el voluntariado, razones para creer en Dios en nuestro tiempo, la vida… y es de lo más profundo y creativo que he escuchado, sin perder para nada amenidad.

Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, en donde actualmente es docente titular. Es autor de más de 250 libros y es profesor visitante y conferencista de diversas universidades latinoamericanas acerca del pensamiento personalista comunitario, la razón, valores del futuro y la política como justicia. Actualmente es Presidente de la Fundación Emmanuel Mounier con sede en España, México, Argentina y Paraguay. Ha puesto en marcha editoriales, agrupaciones, seminarios. ¡Bienvenido, Carlos, la Ciudad de Los Reyes se honra con tu presencia!

CONFERENCIAS:  RAZÓN Y LIBERTAD EN LA LÍNEA PERSONALISTA.

¿PORQUÉ SER FILÓSOFO HOY?

LUNES 17 DE MAYO:

11.30 a.m.. Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, Pueblo Libre

4 p.m. UCSS (Universidad Católica Sedes Sapientiae), Los Olivos, Auditorio Principal

MARTES 18

4 p.m. UCSS, Los Olivos, Auditorio Principal

MIÉRCOLES 19

11:00 a 1:00: UJBM: Universidad Jaime Bausate y Meza (escuela de periodismo) (Jesús María)
19:00 a 21:00: Universidad Jaime Bausate y Meza (escuela de periodismo) (Jesús María)

 
JUEVES 20
09:00 a 1:00: Sem. Salesiano, Magdalena
16:00 a 18:30: Sem. Salesiano, Magdalena
 
VIERNES 21

16:30 a 19:00: Seminario San José de Lurín
 
LUNES 24
10:00 a 11:00: FTPCL Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, Pueblo Libre
18:00 a 20:00: URP: Universidad Ricardo Palma (Santiago de Surco)

El personalismo del logos cálido, diacónico y profético

Por Xosé Manuel Domínguez Prieto

http://www.personalismo.org/filosofia-personalista/otros-filosofos-personalistas/carlos-diaz/

Carlos Díaz (1944) constituye uno de los más fecundos exponentes del personalismo comunitario en lengua castellana. Su amplia producción filosófica, su intensa y continua agenda de cursos y conferencias por Europa y Latinoamérica y su continua tarea de formación de jóvenes, son testigos de su dedicación a la difusión y realización del personalismo comunitario. Discípulo de Mounier, en su pensamiento y en su actividad siempre ha conjugado lo político y lo profético, la urgencia de la palabra que despierte y la paciencia de la investigación filosófica. Doctor en Filosofía, licenciado en Derecho y master en Sociología política realiza sus estudios en Salamanca, Madrid y Múnich, realizando su tesis sobre la intencionalidad en Husserl. Durante la dictadura franquista, militó clandestinamente en la subversiva editorial Zyx. Actualmente es profesor titular de filosofía de la Universidad Complutense. Ha sido director y redactor de la revista internacional Communio, fundador del Instituto Emmanuel Mounier en España, México, Argentina y Paraguay, así como de su órgano de expresión, la revista Acontecimiento. En este contexto ha alumbrado a varias generaciones de jóvenes pensadores y militantes del personalismo comunitario, llevando a cabo toda esta tarea con libertad y gratuidad absoluta, sin guiños a la Academia y al servicio del más pobre. Su identidad personal y filosófica viene autodefinida por su fe católica. Desde ella se opone al prometeísmo que domina el pensamiento de nuestro tiempo, mostrando que cuanto más lejos ha ido el hombre en su voluntad de endiosamiento y poder, más se ha producido un eclipse del mismo hombre. Sólo recuperando la presencia de Dios se puede recuperar y salvar la identidad humana. Describe cómo del teo-antropocentrismo judeo-cristiano se pasó al antropocentrismo moderno, de aquí a la exclusión de la dimensión comunitaria y trascendente por una absolutización de la autonomía humana, deviniendo finalmente la antropología en entropología con la posmodernidad. Muere el hombre, sin capacidad para un constructo antropológico esperanzado y capaz de dotar de sentido. Frente al desencanto prometeico propone el personalismo comunitario y la ética pauperonómica.

Carlos Díaz concibe el personalismo comunitario, eje de su pensamiento, como una filosofía rigurosa que sitúa a la persona en el centro –en tanto que ser máximamente digno-, como pensamiento que necesariamente deviene en praxis transformadora y personalizante, como compromiso cuya fuente es la experiencia del amor ergo sum y, finalmente, como un modo de vida (comunitario, profético y comprometido políticamente). El personalismo es, pues, exigencia de revolución, de creación y de renovación personal, social e intelectual. En diálogo con Zubiri, Wojtyla, Guardini, Piaget, Ricoeur y Mounier, concibe a la persona como subsistencia relacional, amorosa, abierta a quien es su fundamento.

Desde este horizonte filosófico propone una lógica de la acción personalizante que resulta una lógica pauperonómica: el amor al más débil y el reconocimiento de la propia menesterosidad son los caminos que recorre todo proceso de personalización. La autonomía moderna revierte así en ‘alteronomía’ y ‘pauperonomía’. El pobre es vocativo por antonomasia, al que siempre corresponde un dativo activo. El vocativo es, por tanto, pro-vocativo, in-vocativo, revolucionario, motor de la razón diacónica, cálida, desde donde se puede sustentar un pensamiento fuerte, lejos de todo ‘racionismo’ asfixiante, calculador y abstracto. La razón diacónica que está a la base del personalismo comunitario, según Carlos Díaz, no es la procedimental, sino la del logos que se abre donativamente al diá-logo. Este diálogo se lleva a cabo siempre desde la desigualdad y consiste en mostrar la propia diaconía o servicio respecto del otro, especialmente cuando es débil. Desde estos presupuestos, afirma Carlos Díaz la ética como filosofía primera, siendo el pobre la primera categoría fundante de todo pensar lo real concreto. La ética siempre empieza por el prójimo.

La razón cálida, profética y utópica, no tiene suficiente con el discurso: necesita el testigo, el que habla con su vida. Por ello, lo fundamental en dicha razón no es la aletheia apolínea y eidética del mundo helenístico, sino el emet hebreo, un logos hecho cuerpo, encarnado, donativo, cálido. Desde este nuevo logos pauperonómico, afirma reiteradamente nuestro autor una axiología que siempre ha de ser encarnada aretológicamente. Así, la vida ética se sustenta en tres vértices: el valor, que es la dimensión objetiva de la moralidad; el deber, que es la respuesta subjetiva a ese valor; y finalmente, si logro responder bien, obtengo la virtud. Es enorme el número de sus ensayos que se han dedicado a los valores y a las virtudes (en tanto que modos de personalización). En todo caso, saber (en tanto que saber dialogar y actuar), el bienquerer, el querer como voluntad creadora, el deber como clave de la aristocracia moral, la esperanza, la alabanza, y el silencio orante son las condiciones de posibilidad de toda acción ética.

Consecuencia de su profetismo, deviene este pensamiento ético en uno político, denunciando nuestro autor que se haya impuesto la razón estratégica, condenando al Sur a seguir sufriendo el desorden establecido, la universalización ética de la mentira. Propone así Carlos Díaz un personalismo comunitario utoprofético como vehículo de superar esta apostasía histórica, fruto del neoliberalismo, que considera la postración del Sur como inevitable. Pero sólo quien sea capaz de tener esperanza, contraria a todo fatalismo. Frente a la globalización de la injusticia, la auténtica respuesta es el compromiso articulado en cuatro niveles: 1. Desde el lugar del pobre, forma a priori de nuestra voluntad ética; 2. Análisis de la realidad, pues acción sin reflexión es ciega (aunque reflexión sin acción es vacía). 3. Presencia social, ya que no hay transformación sin presencia pública. 4. Presencia mística: Toda acción ha de surgir de la sobreabundancia de silencio y reflexión. De lo contrario, la acción deviene en activismo. Es en el silencio donde la persona se encuentra y se recupera a sí misma.

Igualmente, desarrolla profusamente una teoría de la educación en la que la clave es el maestro en cuanto que persona que, encarnando valores, despierta por empatía la capacidad axiológica, práctica e intelectiva del alumno mediante tres elementos: auctoritas, nutritio e instructio. El maestro, desde su autoridad, aúpa, auxilia y eleva a la persona. La educación es también actividad diacónica.

Pero todo este pensamiento se orienta y se sustenta heurísticamente en el Evangelio, pues, para Carlos Díaz, la última palabra de la antropología sigue siendo la cristología. Desde su nítida identidad cristiana afirma que desde el ejercicio de la razón cabe llevar a cabo una filosofía razonable, situándose en la estela del Logos encarnado. Desde este fundamento reclama la posibilidad de una reflexión filosófica coherente interiormente y fértil exteriormente, esto es, un pensamiento riguroso.

De sus más de doscientas obras filosóficas destacan como más representativas las siguientes: Contra Prometeo. Ed. Encuentro, Madrid, 1980; De la razón dialógica a la razón profética. Ed. Madre Tierra, Móstoles, 1991; Manifiesto para los humildes. EOIM, Valencia, 1993; La política como justicia y pudor. Ed. Madre Tierra, Móstoles, 1991; Ayudar a sanar el alma. Ed. Caparrós, Madrid, 1997; Soy amado luego existo. Cuatro tomos, Desclée de Brouwer, Bilbao 2000; La persona como don. Desclée de Brouwer, Bilbao, 2001; El hombre, animal no fijado. PPC, Madrid, 2001. Qué es el personalismo comunitario? Fundación Emmanuel Mounier, Madrid, 2002; Tratado de virtudes (10 tomos). Ed. Trillas, México, 2003; Filosofía de la razón cálida. Ed. Mounier, Argentina. Córdoba, 2005; Pedagogía de la salud comunitaria. Progreso, México, 2007; Mundo global y desafío intercultural, Progreso, México, 2007. Muchas de sus obras han sido traducidas a más de diez idiomas.