Ellos no lo sabían, o eso querían creer… mientras que todos los demás sí, o eso queríamos creer…
Lo que ellos tenían era algo único, diferente, especial, no sé, era ese algo que se notaba, que, aunque se esforzaban por esconderlo no podían, eran una especie de combinación perfectamente imperfecta.
Es triste ver como la vida les golpeó y los separó, ver como él se sumergió en una relación sin fondo, que carecía de esa libertad, locura y desenfreno, pensando que era lo mejor para él… Y como ella, sin más remedio que el de olvidarlo todo y seguir caminando tirando al vacío ese sinfín de sensaciones que antaño él le provoco.
El tiempo fue pasando, las hojas se secaron, la nieve cubrió sus heridas y todo se ennegreció.
Ahora que sus cicatrices se han curado, se vuelven a ver, más que antes incluso, quizás por la necesidad de sus corazones por ver que no se han equivocado, que ya no se extrañan, que ya no se aman.
Entre ellos todo ha cambiado, ya no hay besos llenos de dulzura, ya no hay miradas repletas de ternura ni caricias infinitas, ahora solo hay nostalgia y la lluvia les inunda…
Ella ha decidido que es mejor olvidarlo todo, pasar página y en cada fiesta, cada baile, cada canción, cada copa, busca volver a sentir aquel fuego en sus venas, lo ha buscado en otros ojos, en otros labios, pero es imposible, nada ni nadie les hace justicia, y ella lo sabe, pero lo ha enterrado tan dentro de sí que ya hasta cree que nada fue real, que ese inédito amor nunca existió.
Él la ha sustituido, ella ya no lo ama, él está enamorado de otros ojos, ella ya ha olvidado los suyos, él está escribiendo otra historia y ella, ella ya no quiere escribir más.
Fin, la historia se acabó, ya no queda nada, solo oscuridad y vacío, nada, tan solo soledad y olvido.