El fin de año se presenta esta vez frío y gris, con poco espacio para el optimismo. El Gobierno Zapatero dió el pasado lunes una vuelta de tuerca más sobre la maltrecha economía de millones de hogares, que a sus penurias deberán sumar ahora el incremente del 9,8 por ciento en el recibo de la luz a partir del mes de enero. La decisión afectará a 17 millones de usuarios domésticos y a algunas Pymes, según leo en el diario El Público, de lo que deduzco que las grandes empresas se libran de este atraco a mano armada. No olvidemos que el gas también sube un 3,9 por ciento el mismo día para terminar de rematar la faena. Imagino que éstos serán los sacrificios y esfuerzos a los que hizo referencia el rey en su discurso de Navidad. Hace falta ser hipócrita y caradura.
No puedo terminar este post sin hacer referencia a la noticia del fallecimiento de Sabin Intxaurraga, dirigente histórico de Eusko Alkartasuna desde su fundación. Tuve la fortuna de tratarle personalmente en un momento de nuestras vidas y puedo dar fe de que era un buen hombre, comprometido con sus ideas y respetuoso con las de los demás. Su pérdida deja un gran vacío en la política vasca, pero también un gran recuerdo, que aliviará, en alguna medida, el dolor de su familia y allegados. Su desaparición, además, coincide en el tiempo con un momento propicio a la consecución de la paz en Euskadi por la que Sabin Intxaurraga tanto luchó. Ojalá su sueño se cumpla. Agur eta ohore.